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Wednesday, December 02, 2015

Monstruos domésticos

Las casas son unos monstruos que reclaman mucho tiempo. Fíjese que hay que barrer, mapear, fregar, lavar ropa, pasar paños, recoger, ordenar…y etcétera, etcétera. Me siento a leer el periódico y recuerdo la trastera. Voy a la sala y recuerdo las fotos que tengo que organizar, en el baño veo el polvo acumularse por las esquinas. ¿No pasé el mapo ayer? ¿O fue antier?  Y el polvo en las ventanas… ¿desde cuándo se acumula?

La verdad es que para ser un ama de casas ideal se requiere de varias ayudantes—una que viva contigo-- dinero o ambas cosas.  No hay forma de mantener una casa más o menos decente y también tener vida. El año pasado quedé atrapada, en una fiesta de Navidad por cierto, en una conversación entre dos retiradas que contaban con lujo de detalles cómo mantenían sus casas limpias.  Había de ambas cosas, mucha ayuda externa y dinero. Ellas aseguraban que mantener una casa impecable era importante para una vida familiar placentera, creo que dijeron buena. Una hasta citó a otra lumbrera: “La mujer que se aburre en la casa es porque es una puerca”. Yo me limité a escuchar sus sabios consejos mientras buscaba con la mirada cómo escaparme de esa conversación asfixiante. Veía al colega reír allá con otros amigos y le quería gritar: "Sácame de aquí". No me interesaba entrar en la competencia que se había entablado entre las dos mujeres porque... sabía que iba a perder. No tengo ayudante. La casa se limpia gracias a una Roomba y mis pobres esfuerzos.

No quiero decir con eso que no me frustra este monstruo que no me deja disfrutar plenamente de mis horas de ocio sin que me ataque un sentimiento de culpabilidad que me obliga a coger un paño o una escoba. Estoy constantemente luchando con el monstruo para que me deje escribir o pintar o simplemente ver televisión sin que me esté hablando. Me identifico mucho con el comercial ese de la casa que le habla a la mujer. “If these walls could speak” dice. Acá no tenemos el problema del comején pero si las paredes hablaran habría muchas más mujeres en el manicomio.  ¡Si es que sin hablar hostigan a uno! (I’ve got enough guilt to start my own religion.) Y sí, digo mujeres porque aunque los hombres hacen por la casa—digo algunos—pero no sienten el impulso de limpiar, recoger ni ordenar como nosotras. Y acepto que es socialmente inculcado.


Es cierto como dice el colega que me exijo demasiado—él es feliz con la casa tal cual. “No sabes descansar.” “Siempre estás buscando que hacer.” “Cójelo suave.” Pero aunque trato de ignorarla, hay otra voz que dice: “Qué puerca,” “cómo pierdes el tiempo,” “limpia ahora que puede llegar visitas”… Ya ven, la meta es escribir no menos de 500 palabras y tengo 471. Me faltan 29 y ya me llama el baño que dejé sin limpiar para venir a quejarme de la casa.  Seré capaz de llegar a la meta o tendré que interrumpirme para atender lo que ignoré para venir a escribir estas palabras que nadie quiere leer. Lo logré. ¡Meta trazada!

2 comments:

Aleator said...

Bueno Acacia, me alegro de que hayas dejado salir el "monstrum" doméstico que vive en todos nosotros. Los quehaceres por alguna razón son los aguafiestas, inquisidores y enemigos número uno del trabajo creativo. Lo digo por experiencia propia. ¿Por qué será? ¿Será que es el enemigo en casa, allí donde también se siente uno a gusto creando? A mí me suele ocurrir muchas veces pero en las conversaciones entre hombres. En más de una ocasión he pedido rescate, pero siempre termina uno siendo víctima del full injection, el empañetado y la tubería tapada.

elf said...

Hey, amigo. Te he echado de menos. Me fascinó ver a tu personaje luchando con la podadora. Je, je. Yo quejándome de la casa y Acacio peleando con la podadora. Serendipity?Biutiful!