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Tuesday, April 24, 2012

¿Alas?


Recientemente asistí a una actividad cultural a la que invitaba una colega, a quien respeto y admiro.  Según el comunicado de la colega, se invitaba a la comunidad universitaria a apoyar un proyecto llamado ALAS ya que de alguna manera esta pretendía contrarrestar la infame F que recientemente le otorgó el periódico el Nuevo Día a la ciudad de Arecibo.  No conocía del proyecto ALAS y tampoco de la controversia asociada (no feisbuqueo, por lo tanto no existo como dice otra colega).  Pero, me interesa Arecibo y me apena su continuo deterioro por lo que agarramos el cónyuge contribuyente y yo para allá. 

Al llegar a la actividad, que se llevó a cabo frente al Fuerte Víctor Rojas y bajo la protección de la réplica de la estatua de la Libertad que engalana dicha placita, nos complació ver que había unas 30 o 40 personas allí: algunos residentes, la mayoría estudiantes de la que convocaba supongo y algunos colegas—muy pocos.

Al cabo de un rato de tertulia en la que varias personas se pararon frente a un micrófono para comentar sobre las formas de rescatar a Arecibo, le tocó el turno al artista Miguel Ángel Méndez, autor de la propuesta artística.  En dicha propuesta el susodicho adornó a la Estatua de la Libertad con unas alas luminosas, muy atractivas y que llaman la atención no sólo a la estatua sino a su entorno.  En el proyecto se incluyó al obelisco de la plaza de recreo, iluminado con unas alas parecidas.

El artífice de ALAS comenzó su participación vestido en harapos. Los “harapos” no eran obviamente andrajos, sino una T-shirt a la que se le había dado unos tijeretazos certeros para aparentar antigüedad. También vestía unos cortos de poco uso y crogs con medias negras. A medida que hablaba Méndez varias personas tomaron turnos para re-vestirlo (cambiando los trapos por un traje, corbata y cepillado para que estuviera presentable).  El performance no pasó desapercibido, como muy bien pretendía el autor. Y si esto hubiera sido todo, no habría tenido ninguna objeción.  Pocas veces podemos disfrutar de performances artísticos que son tan comunes en otras partes de Puerto Rico y el mundo.

Sin embargo, el artista le dio con no sólo explicar su performance sino con leer un discurso para diz que explicar el proyecto.  Me resultó bastante desafortunado el tono de su alocución.  Digamos que comenzó por atacar la ignorancia de los que habían cuestionado la aparición de las alas sobre los dos monumentos. El tono de su discurso en vez de ser conciliador (como supuestamente pretende la propuesta), arremetía contra los opositores de las ALAS. Preguntaba, entre otras cosas porqué nadie se había quejado cuando se adornó al obelisco de la plaza con adornos navideños, o se le había impuesto los mosquitos a los arecibeños. (Una falacia ya que bastante que se criticó al de la idea de los mosquitos—que conste que a mí me fascinan.  Una pena que la maleza que las rodea no permita que se vean en todo su esplendor). Luego se lamentó de que las escuelas (o los maestros) no enseñan la historia de Arecibo, por lo que comentaba “estamos perdiendo nuestra cultura.”

Prosiguió entonces Méndez en su malogrado discurso con las trilladas quejas de que “tenemos que dejar a un lado los bandos” y “basta de politiquería.”  Había un dejo político partidista y algo de ego herido que incomodaba. Pero, lo peor me parece, es que el artista alegaba que todo se puede lograr si se utilizan los canales apropiados.  Que las ALAS estaban allí con el permiso y la sanción del Municipio de Arecibo y del Instituto de Cultura.  A pesar de que decía que la palabra MIA que aparece junto a las alas tiene la intención de darnos un sentido de pertenencia, por su boca se disparaba un mensaje contradictorio. El arte según Méndez es rehén del municipio y del instituto de cultura y sólo el arte sancionado por éstos es bienvenido.  Por otra parte, también reclamaba que se les diera participación a los artistas arecibeños “que son tan buenos como los de San Juan o los extranjeros..” Tal vez sirvan aquí las palabras de Walt Whitman cuando lo confrontaban con una contradicción: "Yes, I contradict myself. I contain multitudes"

Vamos, que toda su perorata sólo sirvió para frustrarme todavía más sobre el futuro de Arecibo. Si Arecibo fuese realmente mío, o tuyo como alegaba el autor de ALAS, tal vez pudiéramos salvarlo pues los arecibeños se identificarían con el casco urbano, pero muchos arecibeños nunca visitan el pueblo. Sería interesante preguntarles a los jóvenes arecibeños que se criaron en los campos y suburbios (Jardines, Villa Serena, El Paraíso, etc) ¿cuándo fue la última vez que visitaron la plaza de recreo? Estos jóvenes puede que todavía se identifiquen con los capitanes o los lobos pero ¿el fuerte, la plaza, la de diego? ¿Con qué se come eso?  Como bien decía un joven arquitecto que opinó sobre la situación, talvez tenemos que repensar la idea de Arecibo, de la ciudad como la recordamos los más viejos y tal vez ahí en ese ejercicio de re-imaginar la ciudad, esté el secreto de la salvación de Arecibo. 

Aunque me gustan las alas y pueden en efecto llamar la atención de los residentes y despertar interés por las estatuas de la ciudad, rescatar a la Villa del Capitán Correa ahora que pronto (en el 2015) cumplirá 500 años, no es tarea fácil y como bien dice la Dra. María M. Flores: “Independientemente, que las referidas alas gusten o no, lo cierto es que su efímera presencia debe tomarse como punto de partida para la creación de interacciones socioculturales de largo alcance. Interacciones mediante las que líderes comunitarios, artistas, gestores culturales, estudiantes y profesores universitarios, maestros y estudiantes escolares, profesionales de toda índole, empresarios, funcionarios públicos, entre otros tantos talentosos ciudadanos, nos comuniquemos en función de proponer, planificar, coordinar y efectuar acciones en pro de la reconstrucción, en todas sus dimensiones, de esta hermosa ciudad.”

Hoy (23 de abril de 2012) se anuncia  en El Nuevo Día la re-inauguración de la Casa Ulanga para el viernes 27 de abril.  En dicho anuncio, aparece supongo que el artista vestido de ángel o gladiador con alas.  La actividad que aparenta incluir una exposición artística se titula Mi ángel, Miguel Ángel…  Nada más con el testigo.