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Friday, December 30, 2011

Orwell vive



Los planes de la rectora del recinto de Río Piedras de vigilar a todo el que entre o salga de la Universidad ponen los pelos de punta. Lo próximo es crear un pánico tal que sirva para exhortar a la comunidad a vigilarse los unos a los otros y así recrear el estado totalitario que describiera George Orwell en la novela 1984.  En dicha obra, el novelista y activista británico imagina un país en el que los individuos son vigilados, no sólo por las cámaras que los persiguen por doquier, sino también por los vecinos, y hasta los familiares y amigos.  Demás está decir que es un sistema en el que la disidencia y el pensamiento libre son rechazados y penalizados por considerarlos tendenciosos y subversivos. La Dra. Ana Guadalupe, quien bien pudiera ser la encarnación del Gran Hermano, pretende corregir el error que cometió cuando se removieron los portones del campus y crear un estado de sitio. El recinto se convierte de esta forma no en la Universidad de puertas abiertas que pregonaban para destruir la disidencia estudiantil, sino en una institución cuasi carcelaria, un panóptico en el que se suspenden los derechos de los individuos a favor del estado.  Y ni hablar de los miles que se gastarán en equipo y contratos a entidades privadas para lograrlo. 

Veremos a ver quienes protestan estas nuevas medidas de seguridad en el campus, y cuáles serán las razones para la protesta.  No creo que la intención de la rectora sea meramente vigilar a los estudiantes, que por supuesto tienen toda la razón del mundo en andar paranoicos.  Aquí lo que se pretende es quitarse de encima a los que acusan a la administración de haber faltado al deber de proveer protección a los miembros de la comunidad universitaria dejando esa responsabilidad en manos de empresas privadas que van a lucrarse y mucho. 

Realmente indigna que sigan malbaratando el dinero en la UPR.

Sería tanto más fácil—si no quieren volver a montar los portones-- reorganizar la guardia universitaria (esto incluye reclutar y adiestrarla); organizar grupos estudiantiles y docentes de apoyo/ prevención; lograr apoyo de la policía estatal para que se den más rondas alrededor del área, y hasta tener y promover actividades en el recinto hasta tarde para que no parezca estar abandonado a su suerte. 

De todas las ideas que propone la administración, me parecieron certeras la de los trolleys—siempre he creído que podría funcionar en UPRA también para sacar los vehículos del colegio—y la idea de los teléfonos o algún tipo de alarma que los que se sientan amenazados puedan activar.

Por otra parte, que mucho le gusta a la gente que los vigilen.  En más de una ocasión he compartido la fábula del perro y el lobo con mis estudiantes y siempre me alarma su pasividad.  La resumo: Un día un lobo hambriento se encuentra con un perro y nota lo gordo y saludable que se encuentra. Le pregunta al perro sobre su suerte y el perro le responde que tiene un amo que lo alimenta y  cuida.  Entonces el lobo nota que el perro tiene un collar y le pregunta consternado sobre eso, y el perro responde que es el precio que tiene que pagar por su “felicidad”.  El lobo escoge ser libre y sin amarres.

Cuando les pregunto a los estudiantes que cuál de los dos preferirían ser, todavía al sol de hoy, no he tenido un estudiante que me diga que prefiere ser el lobo.  Así andamos, esclavos del confort y “la seguridad.”