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Thursday, January 29, 2015

La muerte ronda conmigo



Para Gloria quien anda de danza con la parca…

La muerte ronda conmigo como dice la canción de Sylvio. La muerte es un tema que no podemos eludir, aunque queramos. Parece que nos persiguiera no sólo en el día a día sino también en películas, series, canciones, revistas…y ni hablar de como se cuela entre las conversaciones en las que participamos o escuchamos en el correo, en las salas médicas, o en el supermercado. Hasta mis nietos andan preocupados por la muerte.  “¿Cuándo se van a morir abuelo y tú?” pregunta uno. “Cuando yo sea grande tu y abuelo estarán muertos,” dice el otro con una tranquilidad apabullante.

La muerte no era tema de niños cuando yo me criaba.  No recuerdo que siquiera se mencionara. (Aunque siempre he pensado que pasé mis primeros años de vida inconsciente o en babia ya que apenas recuerdo nada de aquella época). El primer muerto que tuvo un impacto en mi vida fue Martín Luther King Jr.  Recuerdo que nos enviaron de la escuela porque podían haber revueltas; vivíamos en Chicago, Illinois en aquel entonces. Y sí, hubo revueltas según he leído, pero no las viví.  Así de protegidos estábamos y no digo por el gobierno sino por mis padres que se aseguraron de que nada nos pasara, y por alguna razón de que ni siquiera nos enteráramos de lo que sucedía... Se hablaba de que lo habían matado, pero eso era algo tan ajeno a mi experiencia que no pasaba de ser una anomalía o curiosidad.  Pese a la seriedad de lo que había sucedido aquel día en 1968, la muerte de MLK era, en mi mente de niña, algo tan abstracto que a pesar de que recuerdo el momento realmente no me conmovió.

Al año siguiente murió mi abuela materna. Hoy me entristece pensarlo porque realmente no la conocí, pero en aquel entonces, fue otra vez, algo excepcional que sucedía pero no tenía un impacto dramático en mi vida, por lo menos así lo veía. El primer muerto que lloré fue a mi abuelo paterno.  Con el había establecido una relación de afecto y ya para entonces tenía catorce o quince años y sabía que era una persona querida que ya no volvería a ver. Desde entonces parece que se me han ido acumulando los muertos; algunos aun los lloro.

A pesar de la cercanía y omnipresencia de la muerte, con frecuencia nos encontramos que no es fácil hablar de ella, especialmente con los más viejos. Con papi, por ejemplo, es anatema—y ni hablar de los testamentos. Nunca he podido establecer una conversación con el sobre el tema y si alguien se muere, me da hasta pena decírselo, pues pienso que debe ver su mortalidad de cerca cada mañana y no quiero que se deprima pensando en su indudable mortandad… Nunca hablé de ello con mi abuela, quien murió a los 98—y lo que nos ha costado eso. Mi mamá es más dada a hablar sobre el tema. Tanto, que nos ha indicado con lujo de detalles lo que quiere para su funeral.  Hasta me ha pedido que la lleve a comprarse el traje que quiere que le pongan, blanco por cierto. Una persona querida (de apenas 64 años) que murió de cáncer recientemente, después de una lucha por años, se fue de “shopping” para determinar qué funeraria se encargaría de sus restos.  Aparentemente en algunos círculos, hablar sobre la muerte ya no es tabú. Y es importante hacerlo. Mi hijo y mi marido saben lo que quiero.  He querido hablarles sobre ello—aunque ninguno se compromete con lo que pido… (suspiro). Tendré que halarles las patas…

Decía la poeta Emily Dickinson que como ella no tuvo tiempo para la muerte, la muerte la reclamó a destiempo.  (Because I could not stop for Death/she kindly stopped for me). Rosa Montero dice: “Siempre se escribe contra la muerte, porque mientras estoy escribiendo me siento tan llena de las vidas de los personajes que mi muerte no existe.” Tal vez, esa sea la manera de combatirla o por lo menos evadirla. Hablar de ella puede ser catártico; pensar en ella deprimente, pero  escribir sobre ella tal vez sea la mejor manera de llorar a nuestros muertos sin que se nos corra la mascara en público, y sin heridas aparentes.



Saturday, January 10, 2015

Hindsight



En la serie de televisión Hindsight (VH1) la protagonista está próxima a casarse por segunda vez cuando le asaltan las dudas.  Entonces comienza a preguntarse como habría sido su vida si hubiese tomado decisiones diferentes.  El día de su boda, se levanta por la mañana y se da cuenta que ha vuelto al día de su primera boda, diez años atrás. O sea, la vida le da la oportunidad de rectificar o cambiar su vida…y ella decida aprovechar el momento. En la película About time, el padre del protagonista (el encantador Bill Nighy), le confía que todos los hombres de su familia tienen la suerte o el poder (real) de cambiar sus vidas ya que pueden viajar en el tiempo.

Por supuesto que estas premisas, aunque absurdas, nos ponen a reflexionar sobre nuestras propias vidas ya que es una pregunta que muchos nos hemos hecho. ¿qué haríamos o cambiaríamos si tuviéramos la oportunidad? Becca, la protagonista de Hindsight es lanzada al pasado y eso la obliga a mirar su pasado de cerca. Ella entonces decide no casarse con su primer esposo y esa decisión ya cambia el giro de su vida. Tim, el de About time, tiene más flexibilidad. El puede ir al pasado cada vez que lo crea necesario. Tim usa ese poder para encontrar y enamorar a la que será su esposa. Esta me parece, si uno fuera a escoger, tendría que ser la mejor alternativa—o sea, la capacidad de rectificarse tan pronto el error se comete y cuantas veces sea necesario para que todo salga como uno quiere.

Al comentarle sobre estas premisas a una amiga, me ha dicho que ella lo ha pensado muchas veces y ha concluido que no cambiaría nada en su vida.  Claro, que no entró en el detalle así que no les puedo explicar su decisión. Yo, vacilo. Me explico. Sé que quien soy en este momento es un reflejo, hasta cierto punto, de la vida que he llevado, de las decisiones que he tomado y de la suerte que he tenido. Hay cosas que pienso que debí haber hecho, otras que demoré mucho en hacer y otras que no decidí y me ocurrieron. Por ejemplo, debí viajar desde jovencita, debí terminar el doctorado más joven y no debí tener un hijo a tan joven. Pero haber podido hacer las cosas de forma diferente no me garantiza que hubiese tenido hoy la vida que tengo. Existe después de todo el efecto mariposa. (The Butterfly Effect, que se ha usado ya en otras películas como la que lleva ese nombre con Aston Kutcher, establece que cualquier cambio que se haga al pasado puede afectar de manera dramática algunos o todos los aspectos de ese pasado y por consiguiente el futuro.  Lo que me recuerda un cuento de Ray Bradbury “A Sound of Thunder”. En este cuento los viajes al pasado son posibles, pero a los viajeros se les advierte que no pueden traer consigo nada del pasado ya que si lo hacen habrán cambiado todo su futuro. No les cuento más para que lo lean).

Así siguiendo la idea del efecto mariposa, si hubiese viajado a lo mejor no me hubiese casado joven—que no es tan malo-- o estudiado literatura ni trabajado en la Universidad. Al no trabajar en la Universidad, tal vez no hubiese conocido al colega…que horrible sería eso. Si no hubiese tenido mi hijo a los 22 años, tal vez el no sería quien es hoy y yo no lo hubiese disfrutado igual…o tal vez sí…

En fin que como mi amiga, tengo que decir que a menos que no tuviera la suerte de Tim… ¿Se imaginan meter las patas y poder volver inmediatamente a corregir nuestro error, o haberse dado cuenta que se tomó un decisión errada y poder, después de reflexionar sobre ella, dar marcha atrás sin que tenga repercusiones? 

¿Volver al pasado para corregir o desviar el camino presente? No, no vale la pena ni siquiera pensar en ello ya que, por lo menos para mí, las cosas no pudieron haber salido mejor.