A los que no vivimos cerca de una librería solo nos queda el Internet. Y aunque sé que tengo detractores, para mi esta no es la mejor forma de descubrir nuevos autores. No hay nada como tener el libro en las manos y ojearlo. Leer esos primeros párrafos tan importantes, esos párrafos que muchas veces determinan si lo compras o lo dejas.
Añoro caminar por la calle, toparme con una librería y ver los libros desplegados en la vitrina. Uno te llama y ese te lleva a otro, y el otro a otro más. Si tienes suerte, el encargado te monta un perico y descubres un autor del que no has oído hablar jamás. Añoro también las librerías en las que los empleados incluyen sus recomendaciones en un anaquel para que leas en su propio puño y letra lo que pensaron de algún libro que les fascinó. En varias ocasiones fue así que descubrí el libro aquel que sin saberlo me esperaba.
Stephen Greenblatt autor de The Swerve: How the World Became Modern (2015) cuenta cómo dio con un libro que cambiaría su vida. Cuando era un joven estudiante, Greenblatt pasó por una librería a ver que podía comprar que no le costara mucho y se sintió atraído por un libro cuya portada incluía una reproducción de una pintura de Max Ernst, el surrealista. Compró el libro por diez centavos. Resultó ser una traducción de De rerum natura, un libro antiquísimo de Tito Lucrecio Caro, el poeta clásico. El joven Greenblatt lo leyó y su contenido tuvo un profundo impacto en él.
El libro de Lucrecio, según Greenblatt, además de ser una meditación profunda y terapéutica sobre el miedo a la muerte, establece los principios claves para una comprensión moderna del mundo.
En este libro, Stephen Greenblatt quien es profesor de Humanidades en Harvard y a quien se le adjudica la creación de la nueva historicidad, traza el descubrimiento del manuscrito en el siglo XV por un aficionado a los libros antiguos (el original fue escrito hace 2000 años) y a la literatura clásica, un tal Poggio Bracciolini. PB, quien fue secretario de Baldassare Cossa (el antipapa Juan XXIII) durante el cisma de la Iglesia Católica y uno de los grandes calígrafos de su época, tenía como pasatiempo buscar libros antiguos en una época obsesionada con el mundo clásico. Para encontrarlos, visitaba monasterios y abadías (algunos en parajes remotos y hostiles) en cuyas bibliotecas se conservaban y reproducían, a mano, la mayoría de los textos de la época. Era toda una aventura conseguir los libros que le interesaban, pero PB fue célebre en su tiempo por su astucia y éxito en descubrir valiosísimos textos clásicos que muchos consideraban ya perdidos. Greenblatt lo apoda el partero de la modernidad, o “the midwife to modernity.”
Además de contar la forma en que fue descubierto y conservado De rerum natura (La naturaleza de las cosas), Greenblatt expone las ideas centrales del poema para mostrarnos como en un texto escrito hace mas de dos mil años nacen las ideas que prevalecen en la modernidad. Es, según dice, un poema de una belleza seductora, pero también un trabajo filosófico extraordinario que tuvo una gran influencia sobre muchos pensadores como Petrarca, Bocaccio, Galileo, Boticelli, Da Vinci, Freud, Darwin, Tomás Jefferson y Einstein.
Entre algunas de las ideas del poeta que se destacan en The Swerve es que todo está hecho de partículas invisibles en movimiento constante, que chocan unas con otras creando así nuevas formas. Estas partículas invisibles son infinitas y surgen no por creación divina sino como resultado de un “swerve” o una especie de desviación inesperada e impredecible de la materia.
No está mal como propuesta...
The Swerve es un libro interesantísimo que entretiene y a la vez educa. Ahora a leer a Lucrecio…
2 comments:
elf: ¡Y hay quienes insisten en que las Humanidades son innecesarias! O quienes las ven como algo que no nos concierne a los puertorriqueños. El otro día tuve esta discusión con un joven que se graduó hace poco del doctorado en Historia y parece que alguien le ha comido el cerebro con el anti-occidentalismo. Lo único que se me ocurrió como ejemplo fue el caso de Derek Walcott poeta afrocaribeño ganador del Nóbel en literatura por su obra Omeros que al menos supo el joven historiador de dónde tomaba ese título.
A mi me parece tan raro, tan retro que un estudiante de historia HOY, todavía esté en la vena occidentalista... pero lo que uno no concibe, aun es posible. Mira a ver si no existe Trump, sus seguidores, La Junta de Control Fiscal, Rivera Schatz...
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