Acabo de
ver dos documentales que tengo que comentar. Uno se llama Desalambrar inspirado en el libro de Liliana Cotto Morales del
mismo nombre. (Cotto Morales es la productora ejecutiva de este film.) Este
documental, dirigido por Pedro Ángel Rivera Muñoz, recoge la lucha de los rescatadores de terreno
de fines de los años 60 y 70. Es un film poderoso. Como dice su director, quien
se encontraba con nosotros en la Sala de Cine de UPRA, la película pretende dar
voz a los que participaron del momento histórico, a los marginados cuyas voces
no conocemos. No obstante, retrata con
mucha lucidez las tiranías de los gobiernos de turno que prometen pero no
cumplen. Por un lado está Luis Ferré en
el 68 prometiéndoles a los electores justicia en cuanto a vivienda y después
echándose para atrás cuando los rescatadores toman las tierras para hacerlas
suyas. También Hernández Colón muestra su falta de empatía cuando permite que
la protesta en la Calle Fortaleza se extienda por más de 60 días sin tener la
cortesía de acercarse o reunirse con los que protestaban.
Desalambrar (recientemente estrenada en septiembre del
2016) incluye entrevistas a los rescatadores en una especie de historia oral y
lo combina con pietaje de la época. Tengo que admitir que es una historia a la
que se le debe dar gran difusión ya que es de esas historias que deberían conocerse. Yo era niña cuando comenzó esta reivindicación
social, pero recuerdo conversaciones entre los adultos sobre los “invasores de
terrenos”. Una pena que no presté más atención. De haberlo hecho me habría
enterado que eran cientos de familias (aproximadamente 86,000 según el
documental) y que no fue sólo Villa sin miedo en Río Grande, a la que sí se le
dio publicidad por el desmadre que ocurrió allí, sino que estaba ocurriendo
alrededor del país.
El otro
documental, fascinó a los estudiantes quienes en un principio creyeron que era
un “mockumentary” como ellos decían. Este se llamaba El Boss y giraba en torno a la figura de Jaime Barlucea, el alcalde
por tres términos, de Adjuntas. Su
historia parece ficción porque uno no se imagina que pueda haber una persona
tan descaradamente corrupta en el país. Es el equivalente “hip” del Amolao o de
aquel otro, El Chuchin, que murió a principios de año. Barlucea con su pelito
largo a lo rockero y su panismo con todo el que se encuentra se ha convertido
en un ídolo en Adjuntas donde dispensa del presupuesto del municipio para
comprar votos sin reparos. Aunque
Kique Cubero, Presidente de la Asociación de Documentalistas de Puerto
Rico (AdocPR) alegaba que trataron de hacer un balance al mostrar a ambos
partidos y sus candidatos, para no parecer favorecer a uno sobre el otro, la
verdad es que Barlucea, es el protagonista—el título lo prueba. Nada, que hay
que ver la película. Como decía una de
las jóvenes estudiantes, nos obliga a cobrar conciencia sobre lo que está
ocurriendo en el país. Con alguna suerte también nos obliga a ver más allá del espectáculo
con el que pretenden deslumbrarnos algunos candidatos.
Aquí les dejo el trailer.
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