Hace ya varios años, creo que al comienzo del encierro por la pandemia del COVID, los vecinos (MI y F) del frente, me hablaron de unos pájaros de la familia de las garzas que cantaban de noche y cuyo canto o graznido endiablaba a otro vecino con problemas mentales. Me contó MI que cuando las garzas empezaban a graznar, el otro vecino salía rabioso con una escopeta a espantarlas. Le molestaba el ruido; no sé si por temor o porque alteraban la tranquilidad de la noche. Para esa época las garzas o yaboas de esta anécdota vivían en un árbol cerca de los vecinos. Hace varios meses las yaboas se mudaron cerca de mi casa. Empecé a escucharlas por las noches y constaté con los vecinos que eran las yaboas las que emitían un quejido parecido al de los gansos. Mas tarde me informaron, ellos son de dar caminatas por el barrio cuando baja el sol, que las garzas nocturnas tenían un nido y que se podía ver de cerca. También dado mi interés en los pájaros, me enviaron fotos y un día la vecina me llevó, durante el día a ver el nido que habían hecho. Más tarde los vecinos me informaron del nacimiento de la criatura plumífera. Durante todos estos meses yo había escuchando las aparatas pero no había logrado verlas hasta que una noche en que decidí salir a botar la composta me encontré con una en el patio. Yo me detuve cuando la vi para que no se asustara y nos miramos fijamente por unos minutos. Podría decirse que nos calculábamos como cuando un animal se enfrenta a su depredador, o como cuando los vaqueros en las películas del viejo oeste se topan con un forastero peligroso. Para dejar que siguiera feliz su camino, di un paso para atrás y ella levantó el vuelo. Lo hacen con lo que aparenta ser el mínimo esfuerzo y con tanta gracia que de verdad es mágico.
Otro día estábamos el colega y yo sentados en la terraza, descansando ya que habíamos estado dándole mantenimiento al patio, cuando voló una y aterrizó en la verja. Le dije al colega que no se moviera para que no se fuera pero ella estaba alerta a nuestra presencia y se fue así que no pudimos observarla por mucho rato. Ese día fue triunfante ya que el colega no la había podido ver y aunque la oía a menudo no había podido asociar el sonido y la imagen.
La semana pasada tuve lo que podría llamarse una experiencia simplemente mágica. Después de un día atareado, en el que hasta me cogió un aguacero (ahora caigo en cuenta que era el primer aguacero de mayo) me eché en la cama como acostumbro a jugar en la ipad. Salí del cuarto cerca de las seis de la tarde ya que iba a sonar la alarma del medicamento que tengo que tomarme a esa hora y oigo lo que parece ser el graznido de las yaboas pero me estuvo raro ya que ellas tienden a salir cuando ya ha bajado el sol. Sin pensarlo mucho me dispuse a aprovechar que había llovido con ganas después de meses de sequía e ir al patio a ocuparme de unos tomates y pimientos que intento cosechar. Me pareció escuchar la yaboa de nuevo y me asomé por la puerta de cristal que da a la terraza y la vi cerca de la escalera de la piscina. Enseguida, fui a buscar el celular. Me complacía saber que era nuevo y por lo tanto podría sacar buenas fotos. Abrí con sigilo la puerta del laundry para no asustarla y con dificultad ya que la pastilla no me había funcionado, me senté en los escalones que dan a la terraza y tomé varias fotos. Supongo que en algún momento hice un ruido que la alarmó ya que salió volando hasta el techo del baño de afuera. Le tomé una foto cuando asomó la cabecita a buscarme. Esta tenía el cuello largo y la cabecita pequeña como las de la garza blanca, pero era de un color gris claro con finas franjas por el plumaje. En aquel momento me percaté de que en la marquesina había otro pájaro y después apareció otro más con la que había volado. Es entonces que me di cuenta que estaban las tres, la familia yabina de la que me había hablado la vecina, disfrutando de la piscina…o eso pensaban hacer hasta que las importuné con mi presencia.
Me quedé sentada en la escalera para tomarles fotos y vídeos. A la sazón oí al colega que también había salido de su siesta y lo llamé para que viniera donde mí, pero le advertí que lo hiciera calladito para no alarmarlas. “Mira lo que hay encima de la casita,” le dije. “La mamá me tiene el ojo clavado. No me atrevo a moverme mucho ni ir al patio. No quiero que se vayan y tampoco sé cuan amigables sean”. La vecina me dijo en una ocasión que podía acercarme bastante pero la verdad que la que supuse que era la mamá no se veía nada contenta— ¿Cómo saber si está contento un pájaro? Supongo que uno los oye cantar o volar. Finalmente, ellas ganaron y yo que todavía estaba algo tiesa, regresé a la casa. De vez en cuando me asomaba a ver si seguían allí pero no me atreví a salir nuevamente. La verdad es que me asusté un poco.
Después me puse a buscar información y más me asusté ya que decía que aunque las garzas son de cuerpos frágiles, con el pico pueden llegar a matar una persona. Pensar que una de ellas era una mamá era suficiente motivo para temerles. Las mamás, de todas las especies, pueden ser amenazadoras con cualquier persona o animal que presente un peligro para sus crías. Por otra parte también leí en una publicación esotérica que si llega una garza a tu patio, es porque has sido elegida para traer más calma y elegancia al mundo. Voy a agarrarme a esta forma de mirar el mundo, porque sí. Jaja.
Hace unos día me levanté temprano y las oí. Me asomé de nuevo sin hacer mucho ruido y aunque aun no aclaraba todavía (eran las 5 a.m.) las vi de nuevo en el patio. Les tomé foto. Al otro día estaban otra vez cerca de la alberca y ahora las veo siempre que me levante antes de las 7 a.m. Ya cuento con ellas para alegrarme la mañana.
No estoy segura de las razones por las que las yaboas han decido janguear por mi piscina. Supongo que andan alimentándose de insectos y animales pequeños que visitan el área, pero lo que sé es que me gusta tenerlas de visita sino de compañía y no pienso sacarlas.
5 comments:
Una gran experiencia la que cuentas. Con los pájaros como que uno nunca sabe qué va a pasar. Se ven bonitas las fotos y creo que cambiar un escopetazo por una piscina es signo de inteligencia y elegancia. Me gustó mucho el escrito.
Ah soy Eduardo
Que experiencia hermosa la que describes. Son hermosas, especialmente la del anillo blanco alrededor de los ojos. Lo que no entiendo es porque nunca las vi ni escuché hablar de ellas en Puerto Rico hasta que tu las mencionaste. ¡Gracias por compartir esta historia!
Gracias, Eduardo y gracias, Elba. Yo no había oído hablar de ellas hasta ahora pero cuando se lo mencioné a mi hermano me dijo que mi abuela decía que eran brujas buscando hombres. Sería interesante conocer otras historias de estas criaturas.
Definitivamente esa familia te eligió. Me encanta cómo describes el encuentro mágico. Leyendo un poco más sobre las Yaboas dice que ellas prefieren pasar desapercibidas. Su revelación y confianza de posar para ti es una experiencia muy especial que recoges bellamente en esta entrada. Yo tampoco las conocía. Le preguntaré a mis padres pero nunca las han mencionado en sus muchos cuentos. Son unas sirenas aladas.
Post a Comment