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Monday, May 18, 2020

Volver a la normalidad



A más de 60 días desde que comenzó la cuarentena, nuestro mundo ha cambiado. Ahora, ¿cuánto de lo que ha cambiado volverá a ser tal como fuera alguna vez? Después de María anhelábamos tener agua, electricidad, servicio de Internet, pero con el COVID 19, esas cosas no las hemos perdido, por lo menos no como con el huracán. Con el virus lo esencial que hemos perdido es el contacto con las personas que amamos, y hasta cierto grado, la libertad para movernos a nuestro antojo. Mientras hablábamos de cómo sobrellevábamos la cuarentena, un amigo me dijo que el menospreciaba la rutina hasta que se vio privado de ella, o sea, anhelaba una vuelta a la normalidad.

Juliette Binoche, la actriz francesa y Aurélien Barrau un físico y filósofo amigo suyo han escrito un manifiesto que firmaron unas 200 celebridades que es un grito de alerta en contra de la normalidad que podría acelerar la destrucción del planeta. Muchos hemos visto los vídeos de los canales de Venecia y otras partes donde la naturaleza ha tenido un respiro de la contaminación y el expolio de los humanos. Así son varias las voces que han dado la voz de alarma sobre la vuelta a la normalidad. Porque la normalidad era terrible para mucha gente, para los inmigrantes, para los pobres, para los sin techo y hasta para los obreros que laboran con sueldos de hambre.

Yo no tengo esperanzas de que el mundo vaya a cambiar mucho en lo esencial, pero la pandemia ha develado cosas que preferíamos barrer bajo la alfombra. Por ejemplo, que no todos sufrimos una enfermedad ni nos protegemos de ella de la misma manera. Mientras hay muchos “trabajadores esenciales” que se han visto expuestos al Covid 19, no todos han recibido la famosa prueba y seguro no estarán en primera fila para la dichosa vacuna, cuando llegue... Sin embargo, hay otros que se hacen la prueba cada vez que tosen porque llevan guantes de oro. También es obvio, por lo que vemos en los noticiarios que no todas las protestas se tratan de la misma manera. ¿Quién iba a pensar que la policía estadounidense iba a permitir que un grupo entrara armado a oficinas gubernamentales y locales privados? Obviamente, el color de la piel determina qué y cuánto sanciona el estado.

Por otra parte, se nos ha “revelado” los malabares que hacen para sobrevivir los que ganan salario mínimo.  Varios economistas y políticos se quejan de que la gente prefiere acogerse al desempleo que volver a trabajar. Esto pone de manifiesto la falta que les hace a algunos ponerse en lugar del otro. Si a uno le dieran la opción, de ganar $15 dólares la hora sin dar un tajo y mantenerse uno seguro en su casa o $7.25 trabajando en condiciones precarias, es obvio que uno va a optar por la primera opción. En momentos en que tanta gente ha quedado desempleada o “furloughed” y sin garantías de que vaya a volver a trabajar, no se puede andar acusando a la gente de vividores porque no quiere volver al trabajo. Y ni hablar de los que tienen niños menores de quince años en la casa. ¿Cómo va uno a regresar a trabajar cuando no hay escuelas abiertas, ni cuidos, ni campamentos de verano, ni abuelos ni familiares disponibles para dar la mano? No se puede. Si deja uno los niños encerrados en lo que va al trabajo, como lo hacía mi mamá, el vecino o vecina seguro llama al Departamento de la Familia y adiós hijos. Podrá regresar, tal vez uno de los padres a trabajar, supongo que el de mayores ingresos pero, el otro tiene que quedarse en casa con los pequeños. ¿Volveremos a los años de un solo proveedor por familia? Esperemos que no tenga que ser la mujer, eso si sería un retroceso grande.

Otra cosa que hemos visto es que es posible atajar el consumerismo. O sea, no hay que ir de compras todos los días, aunque me consta que hay quienes no han dejado de hacerlo. Las cajeras en los supermercados se quejan de la gente que va todos los días a comprar. No sé quienes son los que lo hacen pero voy a suponer que son de dos clases: la gente histérica que no puede quedarse quieta en su casa ni siquiera por su salud y los que van cuando llega algún dinero a la casa. Por otra parte, he leído que mientras JC Penny, Forever 21, Macy’s y otras se han acogido a la bancarrota, Amazon ha experimentado una mejora sustancial en sus ingresos, lo que sugiere que las ventas han aumentado.  O sea, que hay quien continúa alimentando su monstruo consumerista en línea.

Me sospecho que aquellos comerciantes que no sean capaces de moverse a plataformas digitales, verán una reducción considerable de ingresos o su total desaparición. Definitivamente que los comercios van a tener que reinventarse como lo ha hecho Frigoríficos Vallejo y muchos agricultores que han cambiado su modelo de negocios para ajustarse a las necesidades de los clientes y el estado de confinamiento en el que nos encontramos. El problema que veo es que los precios van a seguir en aumento. CNN reportó ayer que los consumidores habían visto un aumento considerable en el precio de los alimentos que consumen a diario. Y aquí, por lo menos, lo que sube nunca baja…

A mí, por lo menos, me gustaría que conserváramos el cierre de negocios los sábados y domingos. No sé, pero me parece que la tranquilidad en las calles con el cierre de los centros comerciales y demás negocios en esos días es algo positivo. Que abran los cines, los restaurantes, las playas, los parques y esos espacios que promueven la conexión entre amigos y familiares, pero cuando estemos próximos a volver a la “normalidad” recordemos la tranquilidad de estos últimos meses y evitemos los “moles” que en fin solo promueven el consumerismo que deberíamos evitar para el bien del bolsillo y el espíritu, también.


2 comments:

Elba Iris Pérez, Ph.D. said...

Pienso que todos los problemas que mencionas, y los que ya estaban ahí, nos están llevando a una situación catastrófica en algunos aspectos. Me refiero a la cantidad de personas desempleadas. No me imagino donde consiguen dinero para alimentarse. Hay hambre y necesidad en todas partes. Ahora estamos en un mundo donde los pobres son mas pobres de lo que eran antes de la pandemia y hay mas pobreza. Con tantos negocios e industrias cerrando, ¿dónde surgirán empleos para tanta gente?

Pienso que estamos presenciando el comienzo de una debacle financiera: la cantidad de personas que no están pagando sus hipotecas, tarjetas de crédito, alquiler de espacios comerciales; los restaurantes, negocios e industrias cerrando.

Siempre he pensado que este tipo de crisis lleva a la gente a abrir los ojos, a darse cuenta de lo que verdaderamente importa, lo que es esencial, y a querer proteger esas cosas. O sea, que los que no tienen nada que perder tomen conciencia social. Veremos a ver si este es el momento para eso. Cuando veo manadas llenando las playas y gritando "Yo tengo derecho a no usar máscarilla," "Yo tengo derecho a entrar a este negocio sin distanciarme de los demás," temo que la crisis por sí sola no cambia la conciencia. Los cambios de los que hablo no ocurrirán sin luchas sociales.

Ya Trompeta se fue a jugar golf, todo abrió, y cuando uno pasa revista sobre como ocurrió esto, hay que preguntarse si habrá otro virus en el futuro cercano y si eso es el "new normal." No veo a ningún líder, que no sea Bernie, preparado para bregar con las amenazas que se avecinan para la existencia de la vida humana y el planeta. No quiero pensar que esto se jodió pero, the ball is in nobody's court right now. Estamos a la deriva.

elf said...

Querida Elba...como dice el Chavo, "Estás en lo cierto". Esto parece que se jodió. Yo creo que ya es tiempo de ir seriamente considerando un "UNiversal basic income." Y que lo paguen los ultra ricos, como Jeff Bezos. No es posible que el sea trillonario y el 70% de la gente no tenga donde dormir o que comer.