A más de 60
días desde que comenzó la cuarentena, nuestro mundo ha cambiado. Ahora, ¿cuánto
de lo que ha cambiado volverá a ser tal como fuera alguna vez? Después de María
anhelábamos tener agua, electricidad, servicio de Internet, pero con el COVID
19, esas cosas no las hemos perdido, por lo menos no como con el huracán. Con
el virus lo esencial que hemos perdido es el contacto con las personas que
amamos, y hasta cierto grado, la libertad para movernos a nuestro antojo. Mientras
hablábamos de cómo sobrellevábamos la cuarentena, un amigo me dijo que el
menospreciaba la rutina hasta que se vio privado de ella, o sea, anhelaba una
vuelta a la normalidad.
Juliette
Binoche, la actriz francesa y Aurélien Barrau un físico y filósofo amigo suyo
han escrito un manifiesto que firmaron unas 200 celebridades que es un grito de
alerta en contra de la normalidad que podría acelerar la destrucción del
planeta. Muchos hemos visto los vídeos de los canales de Venecia y otras partes
donde la naturaleza ha tenido un respiro de la contaminación y el expolio de
los humanos. Así son varias las voces que han dado la voz de alarma sobre la vuelta
a la normalidad. Porque la normalidad era terrible para mucha gente, para los
inmigrantes, para los pobres, para los sin techo y hasta para los obreros que
laboran con sueldos de hambre.
Yo no tengo
esperanzas de que el mundo vaya a cambiar mucho en lo esencial, pero la
pandemia ha develado cosas que preferíamos barrer bajo la alfombra. Por
ejemplo, que no todos sufrimos una enfermedad ni nos protegemos de ella de la
misma manera. Mientras hay muchos “trabajadores esenciales” que se han visto
expuestos al Covid 19, no todos han recibido la famosa prueba y seguro no
estarán en primera fila para la dichosa vacuna, cuando llegue... Sin embargo,
hay otros que se hacen la prueba cada vez que tosen porque llevan guantes de
oro. También es obvio, por lo que vemos en los noticiarios que no todas las
protestas se tratan de la misma manera. ¿Quién iba a pensar que la policía estadounidense
iba a permitir que un grupo entrara armado a oficinas gubernamentales y locales
privados? Obviamente, el color de la piel determina qué y cuánto sanciona el
estado.
Por otra
parte, se nos ha “revelado” los malabares que hacen para sobrevivir los que
ganan salario mínimo. Varios economistas
y políticos se quejan de que la gente prefiere acogerse al desempleo que volver
a trabajar. Esto pone de manifiesto la falta que les hace a algunos ponerse en
lugar del otro. Si a uno le dieran la opción, de ganar $15 dólares la hora sin
dar un tajo y mantenerse uno seguro en su casa o $7.25 trabajando en
condiciones precarias, es obvio que uno va a optar por la primera opción. En
momentos en que tanta gente ha quedado desempleada o “furloughed” y sin
garantías de que vaya a volver a trabajar, no se puede andar acusando a la
gente de vividores porque no quiere volver al trabajo. Y ni hablar de los que
tienen niños menores de quince años en la casa. ¿Cómo va uno a regresar a
trabajar cuando no hay escuelas abiertas, ni cuidos, ni campamentos de verano,
ni abuelos ni familiares disponibles para dar la mano? No se puede. Si deja uno
los niños encerrados en lo que va al trabajo, como lo hacía mi mamá, el vecino
o vecina seguro llama al Departamento de la Familia y adiós hijos. Podrá regresar,
tal vez uno de los padres a trabajar, supongo que el de mayores ingresos pero,
el otro tiene que quedarse en casa con los pequeños. ¿Volveremos a los años de
un solo proveedor por familia? Esperemos que no tenga que ser la mujer, eso si
sería un retroceso grande.
Otra cosa
que hemos visto es que es posible atajar el consumerismo. O sea, no hay que ir
de compras todos los días, aunque me consta que hay quienes no han dejado de
hacerlo. Las cajeras en los supermercados se quejan de la gente que va todos
los días a comprar. No sé quienes son los que lo hacen pero voy a suponer que
son de dos clases: la gente histérica que no puede quedarse quieta en su casa
ni siquiera por su salud y los que van cuando llega algún dinero a la casa. Por
otra parte, he leído que mientras JC Penny, Forever 21, Macy’s y otras se han
acogido a la bancarrota, Amazon ha experimentado una mejora sustancial en sus
ingresos, lo que sugiere que las ventas han aumentado. O sea, que hay quien continúa alimentando su
monstruo consumerista en línea.
Me sospecho
que aquellos comerciantes que no sean capaces de moverse a plataformas
digitales, verán una reducción considerable de ingresos o su total
desaparición. Definitivamente que los comercios van a tener que reinventarse
como lo ha hecho Frigoríficos Vallejo y muchos agricultores que han cambiado su
modelo de negocios para ajustarse a las necesidades de los clientes y el estado
de confinamiento en el que nos encontramos. El problema que veo es que los
precios van a seguir en aumento. CNN reportó ayer que los consumidores habían
visto un aumento considerable en el precio de los alimentos que consumen a
diario. Y aquí, por lo menos, lo que sube nunca baja…
A mí, por
lo menos, me gustaría que conserváramos el cierre de negocios los sábados y
domingos. No sé, pero me parece que la tranquilidad en las calles con el cierre
de los centros comerciales y demás negocios en esos días es algo positivo. Que
abran los cines, los restaurantes, las playas, los parques y esos espacios que
promueven la conexión entre amigos y familiares, pero cuando estemos próximos a
volver a la “normalidad” recordemos la tranquilidad de estos últimos meses y
evitemos los “moles” que en fin solo promueven el consumerismo que deberíamos evitar
para el bien del bolsillo y el espíritu, también.
2 comments:
Pienso que todos los problemas que mencionas, y los que ya estaban ahí, nos están llevando a una situación catastrófica en algunos aspectos. Me refiero a la cantidad de personas desempleadas. No me imagino donde consiguen dinero para alimentarse. Hay hambre y necesidad en todas partes. Ahora estamos en un mundo donde los pobres son mas pobres de lo que eran antes de la pandemia y hay mas pobreza. Con tantos negocios e industrias cerrando, ¿dónde surgirán empleos para tanta gente?
Pienso que estamos presenciando el comienzo de una debacle financiera: la cantidad de personas que no están pagando sus hipotecas, tarjetas de crédito, alquiler de espacios comerciales; los restaurantes, negocios e industrias cerrando.
Siempre he pensado que este tipo de crisis lleva a la gente a abrir los ojos, a darse cuenta de lo que verdaderamente importa, lo que es esencial, y a querer proteger esas cosas. O sea, que los que no tienen nada que perder tomen conciencia social. Veremos a ver si este es el momento para eso. Cuando veo manadas llenando las playas y gritando "Yo tengo derecho a no usar máscarilla," "Yo tengo derecho a entrar a este negocio sin distanciarme de los demás," temo que la crisis por sí sola no cambia la conciencia. Los cambios de los que hablo no ocurrirán sin luchas sociales.
Ya Trompeta se fue a jugar golf, todo abrió, y cuando uno pasa revista sobre como ocurrió esto, hay que preguntarse si habrá otro virus en el futuro cercano y si eso es el "new normal." No veo a ningún líder, que no sea Bernie, preparado para bregar con las amenazas que se avecinan para la existencia de la vida humana y el planeta. No quiero pensar que esto se jodió pero, the ball is in nobody's court right now. Estamos a la deriva.
Querida Elba...como dice el Chavo, "Estás en lo cierto". Esto parece que se jodió. Yo creo que ya es tiempo de ir seriamente considerando un "UNiversal basic income." Y que lo paguen los ultra ricos, como Jeff Bezos. No es posible que el sea trillonario y el 70% de la gente no tenga donde dormir o que comer.
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