¿Qué nos ha enseñado esta crisis de salud y la cuarentena en la que se
encuentra el mundo? Se me ocurre que la primera lección debe ser que dependemos
mucho de los medios de comunicación. Desde que empezó a regarse el virus por el
mundo nos enteramos por los medios, ya sea la televisión, el Facebook, Twitter u otro. Fue a través de los medios que supimos del primer brote en Wuhan, del primer caso en España, Italia, etc. Durante los días de oscuridad y carencia que tuvimos después del huracán María,
lo que más extrañábamos y lo que motivaba a la gente a hacer veinte mil
malabares por conectarse al Internet era comunicarse con sus familiares, amigos
y el mundo. Recuerdo, por mencionar uno, las largas filas de autos estacionados
a lo largo del paseo en el expreso. Ahora que hasta tenemos que estar físicamente
distanciados, las redes son casi un imperativo. Digo casi porque todavía hay
quien no tiene acceso a las redes…y nuestros privilegios tenemos que
reconocerlos.
La segunda lección me parece que debe ser que el mundo se ha
achicado considerablemente. Hace 30 años atrás era difícil pensar que un virus cuyo origen fue por la China llegara hasta Puerto Rico. Y ahora resulta que no solo Italia
está más cerca de China, sino que nosotros también. Al día de hoy se han
reportado cerca de 1000 casos acá y 2 millones en el mundo, aunque se sospecha que haya miles sin confirmar. El
efecto mariposa es más real de lo que imaginamos. Un estornudo en otra parte
del mundo es un catarro en esta. Ahora si que podemos afirmar que vivimos en un
mundo globalizado.
Tercera lección: Nada es tan urgente que no se pueda
posponer. Tal vez debo decir que pocas cosas son tan urgentes que no puedan
posponerse. ¡La cantidad de cosas que se han quedado sin hacer en estos días de
cuarentena desde operaciones hasta los pagos ineludibles! Y en esa misma vena
se me ocurre que cuando uno pospone algo indefinidamente es muy probable que
nunca lo haga. ¿Cuántas cosas decimos que haríamos si tuviéramos el tiempo y
ahora tenemos el tiempo y no nos animamos? Por lo menos es mi caso. No hago las
cosas por falta de motivación, no por falta de tiempo. Por otra parte, se me
ocurre que hay que comprar las cosas para hacerlas antes de que ya no podamos.
Por ejemplo quería arreglar el huerto pero nunca compré la tierra y ahora tengo
el ánimo pero no los materiales para empezar el proyecto.
Cuarta lección: Esta fue una que aprendimos después del
huracán. Se puede vivir con tan poco. Ahora que estamos protegidos de nuestra
propensión a consumir, nos damos cuenta de que si tenemos comida, agua y donde
cobijarnos podemos vivir decentemente con poco. Claro que ayuda tener más que
menos. Hay quien carece de las tres cosas. Hay quien puede encontrar en manos
generosas las primeras dos y pasa la segunda a la intemperie… pero esto va para
los privilegiados, o sea los que me leen. Si usted me lee es porque tiene
comida, agua, casa y electricidad, además de acceso a las redes. Otra vez, no
olvidar que somos privilegiados. Y a lo que iba, no necesitamos la mitad de las
cosas que nos empeñamos en adquirir, o con lo que soñamos.
Quinta lección: Nada va a volver a ser como era. No creo.
Por lo menos muchas cosas van a cambiar. Tal vez no en el macro pero en el
micro. Algunos proponen la normalidad como algo negativo porque lo que había no
servía, pero uno tiende a anhelar lo conocido.
Sexta lección: Que mucho libros hay que requieren de nuestra
atención, o que deberíamos leer. Lo mismo sucede con las películas y las
series. Ahora que hay tanto canal y servicios que si HBO, Netflix, Hulu,
Disney, y muchas, muchas más no se pone uno nunca al día.
Séptima lección: Las amistades y las relaciones
familiares hay que cultivarlas. Cuando caemos enfermos son las amigas las que
llegan al rescate y la familia, si nos quieren bien y/o no les queda mas
remedio. Y no lo digo con amargura. No es fácil sobrevivir la familia. Es más
fácil ser amigo. No hay el bagaje sentimental, los golpes a la psiquis que existe
con la familia. Y que mucho se extrañan las relaciones personales..los nietos,
los hijos, las hermanas, las amigas…
Finalmente, se me ocurre que hay que considerar con mucho
cuidado con quien termina uno en momentos de cuarentena. Lo mejor es estar con personas
a las que uno respete, quiera y disfrute, aquellas que te ofrezcan paz y apoyo. Me duele
pensar en las mujeres en relaciones violentas. A los niñas/niños que viven en
esas familias para quienes la escuela es un bálsamo porque les ofrece salida de
la opresión y ahora no cuenta ni con eso. Me duelen igualmente los que no
tienen acceso a alimentos ni cobijo. Agradezco a la vida haber encontrado la
persona idónea con quien pasar este acuartelamiento que para nosotros no ha
sido un cambio grande, pero para muchos sí.
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