A.C.O.D
(las siglas
quieren decir “adult children of divorce”) es un drama
lite sobre el hijo de una pareja divorciada. Cuando conocemos a Carter, el protagonista, este se siente
seguro de sí mismo y feliz con su trabajo (es dueño de un restaurante) y con su
novia. La trama se complica cuando su hermano menor quien vive en el garaje de
Carter, le anuncia que se va a casar con una chica que apenas conoce. El
problema no es la boda, aunque Carter lo recibe con alguna aprensión, sino con
la idea de juntar a los padres divorciados que por veinte años han llevado una
relación contenciosa. Carter, entonces decide acudir a la terapista que lo
ayudó cuando sus padres recién se separaban. Al llegar donde ella, esta le
confiesa que no es terapista sino investigadora (researcher) y que él era parte
de un estudio que ella llevaba a cabo en ese momento sobre como el divorcio afecta
a los hijos. A.C.O.D, no es una gran
película pero me puso a pensar en cómo es que el divorcio afecta a los hijos.
Me parece que la generación de mi hijo, por
lo menos aquí en la isla, fue la que recibió el impacto mas grande del
divorcio. Yo, la verdad no recuerdo, y
no dudo que las hubiera, familias divorciadas en mi barrio o por lo menos entre
los amigos y familiares inmediatos. Si mal no recuerdo, el primer divorcio del
que tuve conciencia fue el de un tío, hermano de mi mamá. Y eso era una anomalía. Mi tío realmente lo
que hizo fue abandonar la familia. La ex
después logró divorciarse y les cambió hasta el apellido a sus hijos para no
tener relación alguna con el padre. Sin embargo, en mi círculo inmediato los
matrimonios felices o infelices eran para siempre. Creo que fui la primera
divorciada en mi familia cercana. Mi
hermana se divorció mucho más tarde cuando sus hijas ya eran adultas. Cuando yo me divorcié no había otras con
quien hablar ni adonde recurrir para recibir apoyo. Mi mejor amiga también terminó divorciada,
pero para entonces ya habían pasado más de diez años y yo estaba a punto de
casarme nuevamente.
Los primeros compañeritos de mi hijo tenían
papá y mamá, pero poco a poco el tiempo se fue encargando de una buena parte de
ellos. Curiosamente, los mejores amigos de mi hijo no son hijos del divorcio. ¿Por qué será eso? ¿Sería que él no se
identificó con otros hijos del divorcio? ¿O será simple casualidad?
¿Cómo afectó el divorcio a mi hijo? No sé.
Pero como Carter en la película, aparenta ser estable y haber asumido la
situación de forma saludable. Tal vez porque el mío no fue un divorcio
contencioso y pudimos portarnos de forma civilizada; es lo que hacen las
personas decentes; tratan de no dañar a terceros.
Según las más recientes estadísticas del
gobierno de Puerto Rico (años 2011-2013), el 76% de los matrimonios termina en
divorcio; o sea, de cada 100 parejas que contraen matrimonio, 76 terminan
frente a un juez. (Siga el enlace) Lo
que me recuerda que el Papa Francisco ha levantado un avispero por decir que
esta es la “cultura de lo provisorio” y que es por esta razón que “una gran
cantidad de nuestros matrimonios sacramentales son nulos, porque ellos [los
novios] dicen ‘sí, para toda la vida’, pero no saben lo que dicen”. No sé, pero
me parece que los novios sí saben lo que quiere decir “toda la vida” y por eso
se asustan cuando se topan con la realidad...En fin que no es fácil estar
casado y se necesita mucho tesón y amor para que se sobreviva a los desengaños
y frustraciones del día a día, pero temo repetirme ya que escribí sobre el desamor en mayo del año pasado. ¿Será que le dedicaré una columna anual al tema? Tela hay por donde cortar...
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