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Saturday, May 10, 2014

Las madres, edición 2014



Hay un video circulando por las redes sociales—que rehúso incluir aquí—en el que una persona entrevista a varios candidatos para “el trabajo más difícil del mundo.” La entrevista no especifica hasta el final en qué consiste el trabajo sino que va preguntándoles a los aspirantes si son capaces de bregar con las exigencias del trabajo. Así entonces, comienza a informarles que es un trabajo de muchos sacrificios que incluye cosas como: siempre estar disponible ya que el asociado (jefe) necesita atención constante, comer sólo cuando el jefe haya comido, dormir sólo cuando él no necesite de ti, dejar de vivir para dedicarle todo el tiempo al asociado y hacer todo esto de buen ánimo (a happy disposition), etc. Cuando por fin se revela que el trabajo es el de una madre, los entrevistados sonríen y aceptan que en efecto así son las madres.

No sé si lo han visto y cuál haya sido su reacción, pero a mí me indigna. Hasta hoy no sabía quienes estaban detrás de esta propaganda, pero hoy me ha llegado en forma de postal de American Greetings. Supongo que la idea era vender postales del Día de las Madres, o sea interes económico.  ¿Por qué no me sorprende? Lo peor, sin embargo, es el gran número de personas que parece aceptar que así son las madres.  Las madres NO somos así. Querer a un hijo no equivale a dejar de vivir, ni a sacarse la comida de la boca, ni a asegurarse que todas las necesidades del niño se satisfagan antes que las de la madre. Esas son exigencias demasiado onerosas para cualquier persona. Además, no ayudan a aliviar la situación de las mujeres ni mejoran las relaciones entre madres e hijo/as.

Lo triste es que muchas madres creen que sólo sacrificándolo todo se es buena madre y hacen de tripas corazón para proveerles a sus retoños hasta lo que no necesitan. Cuántas veces he oído a madres decirme que le tuvieron que comprar esto o aquello a sus hijos/as. Esto o aquello siendo cosas más bien superfluas que a menudo no pueden pagar o tienen que tomar prestado o endeudarse para conseguirlo. Siempre en mi mente, porque me cuido de no expresar mi opinión—nadie quiere oír que está haciendo algo mal—les digo “No TIENES que comprarle un ipad, o un Samsung 4g.  Lo haces porque quieres.” Ahora pienso que lo hacen también porque la sociedad las presiona a hacerlo: Si no lo hacen quedan retratadas como que pertenecen al grupo mío, el de las malas madres. Las que no lo sacrifican todo.

Entre los comentarios de los que vieron el video, me llamó la atención el de algunas personas que comentaron: “No me puedo identificar con eso.” Otra persona escribió que su mamá la había abandonado y quien la crió fue su papá. Aunque fueron los menos, algunos protestaban porque no se mencionaban los sacrificios de los papás.

En fin que es un video nefasto que idealiza el papel de la madre e ignora la contribución de los hombres al bienestar de los hijos.

Con esto no quiero subestimar el rol de las mujeres en la crianza de los hijos. Según unas estadísticas recientes presentadas en El Nuevo Día, el 46% de los hogares tiene a una mujer como jefa de familia. Y sabemos que aún cuando no aparezca en las estadísticas oficiales, la mayoría de las mujeres asume la crianza y educación de los hijos como su responsabilidad—a veces llegando al extremo de menospreciar o ningunear el rol del padre. Pero promover como bueno el sacrificio de una persona no es la forma de mejorar la vida de la mujer, ni la de los hijos, ni la de la familia. Cuando yo pienso en las cosas que admiro o le agradezco a mi madre, son cosas pequeñas, como comprarme un juguito Welch y esconderlo para que mis hermanas no lo vieran—éramos cinco; darme dinero para que me alegrara después de enterarse que mi novio y yo (a los 17 años) nos habíamos dejado, comprar revistas y novelas para que las leyéramos, prepararme algo especial cuando me enfermara. Pero mami no aceptaba sus labores con buena disposición ni alegría.  Ella nos recordaba a menudo los sacrificios que tenía que hacer, y tristemente, no la recuerdo como una mujer feliz o cariñosa. Es sólo ahora en su vejez que se puede dar el lujo de ser cariñosa.  Para lo de ser feliz, parece que ya se le pasó el tiempo.

The New Yorker 1996
En fin que en el Día de las Madres debemos recordar que las madres son seres humanos. No son santas, ni robots preparados para satisfacer todas nuestras necesidades.  Las madres son personas con virtudes y defectos.  Este tipo de video no nos debe cegar a la realidad de que la sociedad les impone unos estándares altísimos a las madres pero no les proporciona las formas de lograr estas expectativas (o sea, que la gran mayoría están destinadas a fracasar—tal vez por eso la prevalencia de la depresión entre las mujeres de cierta edad).  Debemos interrogar vídeos como este que buscan promover actitudes más bien retrógradas y ficticias y buscar formas de hacerles la vida más fácil y placentera a esas madres que alegamos admirar y querer. 


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