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Thursday, August 09, 2012

No! también a los aumentos salariales

@foto de epm, editada por elf

Hace ya muchos años, diría que para los años ochenta, mi hermana quien trabajaba en lo que era entonces UpJohn Pharmaceuticals, llegaba a casa con una revista llamada Bits & Pieces.  Era una revista de motivación (6” x 4” y de cubierta azul) para los agobiados empleados/as de la empresa. Este newsletter incluía además de recomendaciones de cómo ser productivos, trabajar en equipo y otras cosas de interés empresarial, anécdotas y chistes para entretener al lector.  Uno de los cuentos que siempre recuerdo—si alguien tiene o sabe donde conseguir la revista, no deje de informarme—era de un Condado/county en Estados Unidos, no recuerdo el nombre del lugar, que pesaba a todo servidor público al momento de su elección.  Se registraba el peso y luego se le volvía a pesar al cumplirse su término.  Si la persona había engordado se le descontaba de su sueldo lo que había aumentado.  Una pena que no recuerde los detalles del proceso.  Lo importante es que se presumía que si engordaba demasiado el incumbente se entendía que no estaba trabajando cómo debería, o estaba comiendo de más con los dineros del pueblo.

Esto podría parecer un mero chiste o cuento cómico de las ridiculeces de algunos counties, pero creo que aquí hay tela por donde cortar. Veamos, si aplicamos esta norma a nuestra legislatura, habría que mirar muy de cerca a la senadora Jennifer González—aunque no es la única. Si fuera su amiga, me preocuparía por su salud, pero cómo no lo soy ni aspiro a serlo, me enfoco en lo que su corpulencia significa para mí como ciudadana.

Aplicando la teoría mencionada arriba, podríamos pensar que la Jennie pasa demasiado tiempo de ocio, o en el mejor de los casos, que es una workaholic que come en la mesa de trabajo y no hace ejercicios, o si prefieren, que tiene demasiado dinero para invertir en comida.  Ciertamente la senadora no era una Barbie cuando llegó, pero ha crecido notablemente en los últimos años.  Seguro que su cuenta bancaria también ha crecido, por lo que yo me inclino a recomendar que pesemos  a esta gente.  Me interesa sobre todo averiguar  cómo se las arreglan para llegar meros muertos de hambre y salir como potentados.  El caso del personaje que se llama Rodríguez Traverzo puede ilustrar lo que sucede con nuestros legisladores. Antes de llegar al Capitolio, el susodicho no tenía ingresos y nadie sabe de qué vivía. De la noche a la mañana comienza a tener ingresos de hasta $3000 dólares--¡Y desde el 1997 no rendía planillas! Pero, otra vez, no es el único.

En entrevista radial esta mañana Falú (1280 am) le preguntaba con insistencia a la presidenta de la Cámara que cuando iba a someter un proyecto para derogar la ley que le otorga aumentos automáticos a la legislatura, y la  JGo trataba de esquivar una contestación directa.  Finalmente, ante la insistencia del locutor, le dijo que primero había que evaluar los salarios de las ramas ejecutivas y judiciales. Hello?

Lo que no acepta Jeniffer es que antes de mirar la paja en el ojo ajeno hay que ver la viga en el propio.  O cómo decía Michael Jackson, “Look at the man (or woman) in the mirror”. O sea, corrige los problemas de tu casa antes de irte a buscar moralizar sobre lo que pasa en casa del vecino. Corrige el desmadre de la legislatura y después atendamos las demás ramas del gobierno. Los legisladores reciben sueldos que no merecen y lo peor es que según las leyes vigentes, ellos pueden decidir, solitos, cuando y cuanto se aumentan.

Fortuño, por cierto tampoco se compromete a intervenir en lo de la derogación de esta ley y los populares, lo hacen tímidamente, pues saben que ellos se van a beneficiar de cualquier aumento que dicha ley les ponga delante…si tienen la suerte de regresar en el 2013.

En fin, que eso de pesar a los políticos no es mala idea y no quiero decir literalmente.  Propongo que se registren sus ingresos, se calcule cuánto podría “crecer” económicamente Juan del Pueblo en 4 años—no adjusting for inflation BTW—y entonces que devuelvan todo lo, digamos, "mal habido"  al erario cada cuatro años. Sus aumentos deben ser cónsonos con los del empleado de gobierno promedio. Sin privilegios especiales, sin carro, sin teléfono, sin comidas gratis. Sin distinción de persona. 

EL 19 de agosto vota NO.

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