@foto de epm, editada por elf |
Hace ya
muchos años, diría que para los años ochenta, mi hermana quien trabajaba en lo
que era entonces UpJohn Pharmaceuticals, llegaba a casa con una revista llamada Bits & Pieces. Era una revista de motivación (6” x 4” y de
cubierta azul) para los agobiados empleados/as de la empresa. Este newsletter incluía además de
recomendaciones de cómo ser productivos, trabajar en equipo y otras cosas de
interés empresarial, anécdotas y chistes para entretener al
lector. Uno de los cuentos que siempre recuerdo—si
alguien tiene o sabe donde conseguir la revista, no deje de informarme—era de
un Condado/county en Estados Unidos,
no recuerdo el nombre del lugar, que pesaba a todo servidor público al momento
de su elección. Se registraba el peso y
luego se le volvía a pesar al cumplirse su término. Si la persona había engordado se le
descontaba de su sueldo lo que había aumentado. Una pena que no recuerde los detalles del proceso. Lo importante es que se presumía que si engordaba
demasiado el incumbente se entendía que no estaba trabajando cómo debería, o estaba
comiendo de más con los dineros del pueblo.
Esto podría
parecer un mero chiste o cuento cómico de las ridiculeces de algunos counties, pero creo que aquí hay tela
por donde cortar. Veamos, si aplicamos esta norma a nuestra legislatura, habría
que mirar muy de cerca a la senadora Jennifer González—aunque no es la única.
Si fuera su amiga, me preocuparía por su salud, pero cómo no lo soy ni aspiro a
serlo, me enfoco en lo que su corpulencia significa para mí como ciudadana.
Aplicando
la teoría mencionada arriba, podríamos pensar que la Jennie pasa demasiado
tiempo de ocio, o en el mejor de los casos, que es una workaholic que come en la mesa de trabajo y no hace ejercicios, o
si prefieren, que tiene demasiado dinero para invertir en comida. Ciertamente la senadora no era una Barbie
cuando llegó, pero ha crecido notablemente en los últimos años. Seguro que su cuenta bancaria también ha
crecido, por lo que yo me inclino a recomendar que pesemos a esta gente. Me interesa sobre todo averiguar cómo se las arreglan para llegar meros muertos de hambre y salir como
potentados. El caso del personaje que se
llama Rodríguez
Traverzo puede ilustrar lo que sucede con nuestros legisladores. Antes de llegar
al Capitolio, el susodicho no tenía ingresos y nadie sabe de qué vivía. De la
noche a la mañana comienza a tener ingresos de hasta $3000 dólares--¡Y desde el
1997 no rendía planillas! Pero, otra vez, no es el único.
En
entrevista radial esta mañana Falú (1280 am) le preguntaba con insistencia a la
presidenta de la Cámara que cuando iba a someter un proyecto para derogar la
ley que le otorga aumentos automáticos a la legislatura, y la JGo trataba de esquivar una contestación
directa. Finalmente, ante la insistencia
del locutor, le dijo que primero había que evaluar los salarios de las ramas
ejecutivas y judiciales. Hello?
Lo que no
acepta Jeniffer es que antes de mirar la paja en el ojo ajeno
hay que ver la viga en el propio. O cómo decía Michael
Jackson, “Look at the man (or woman) in the mirror”. O sea, corrige los problemas de tu casa antes
de irte a buscar moralizar sobre lo que pasa en casa del vecino. Corrige el desmadre de la legislatura y después atendamos las demás ramas del gobierno. Los
legisladores reciben sueldos que no merecen y lo peor es que según las leyes
vigentes, ellos pueden decidir, solitos, cuando y cuanto se aumentan.
Fortuño,
por cierto tampoco se compromete a intervenir en lo de la derogación de
esta ley y los populares, lo hacen tímidamente, pues saben que ellos se van a
beneficiar de cualquier aumento que dicha ley les ponga delante…si tienen la
suerte de regresar en el 2013.
En fin, que
eso de pesar a los políticos no es mala idea y no quiero decir literalmente. Propongo que se registren sus ingresos, se calcule cuánto
podría “crecer” económicamente Juan del Pueblo en 4 años—no adjusting for
inflation BTW—y entonces que devuelvan todo lo, digamos, "mal habido" al erario cada cuatro
años. Sus aumentos deben ser cónsonos con los del empleado de gobierno promedio. Sin privilegios especiales, sin carro, sin teléfono, sin comidas gratis. Sin distinción de persona.
EL 19 de agosto vota NO.
EL 19 de agosto vota NO.
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