Es la
primera vez en mis años como electora que trabajo en un colegio como
funcionaría. Esta vez me motivó el vacío que iba a dejar el PPD al no tomar una
postura oficial sobre las enmiendas que proponía este referéndum. Trabajé como representante del PPT (Partido
del Pueblo Trabajador) y tengo que agradecerles esta oportunidad. A
continuación voy a exponer mi experiencia como funcionaria.
Como rookie en estos menesteres, me había
leído las instrucciones de cómo proceder no menos de diez veces. No quería que me acusaran de no saber como se
manejaba la cosa, o de no tomar las cosas con la seriedad que ameritaba. Para
mi sorpresa, cuando llegué a la Unidad a la que fui asignada, me recibieron dos
miembros de la Junta de Unidad que parecían estar sorprendidas de mi comparecencia allí.
Cuando les dije que venía a trabajar donde no hubiera representación del NO,
una de ellas, la encargada, me aseguró en tono altanero que bajo su cuidado
todo se hacía dentro de la ley, o algo por el estilo. Parecía herida de que yo o cualquiera pensara
que los del sí (léase PNPs) no fueran capaces de trabajar sin fiscalización.
(Aquí suspiro).
Entonces
fui hasta la mesa en donde ya se congregaban los funcionarios del sí y me
presenté. A pesar de que era obvio que los azules predominaban, yo me aseguré
de ser visible y no dejarme amedrentar. Al rato llegó uno del PIP que se movió para
el colegio 2 y un popular que llegó como observador que tampoco fue bien
recibido.
Se procedió
entonces a abrir “el maletín” que contenía los documentos oficiales. Nada de lo
que decía en el ppt sobre cómo proceder se siguió allí (Javier, me robaste los chavos).
Allí se usó el uso y costumbre.
Yo, para no levantar ronchas, me dejé llevar, pero fue muy interesante. No parecía que hubiesen asistido a los
adiestramientos y si lo hicieron, no les hicieron caso, o tal vez pensaban que no les aplicaba. Nada de sincronizar
relojes, nada de llenar la hoja de incidencias, nada de mostrarnos las
identificaciones unos a los otros. Ni
siquiera las miembros de la Junta de Unidad se preocupaban por esas menudencias. Una hasta
nos dijo que las hojas dañadas se tachaban horizontalmente y yo tuve que decir
que no que era verticalmente. No sabían cuando usar los bolígrafos rojos y
cuando usar los negros. (De verdad que
las instrucciones pretenden hacer el trabajo más fácil y metódico. Y yo que siempre soy anarquista para esas
cosas, extrañaba la formalidad de los procesos, pero bueno).
Ah y me iba
a caer de fondillo cuando antes de abrir el colegio a los votantes, una de las
funcionarias, hizo un llamado a la oración. Quería protestar, pero a los demás
le pareció de lo más normal. Yo caminé
hacia la puerta—no me pensaba prestar para esa obvia violación de la separación
de iglesia y estado--pero los demás “se unieron en oración”. WOW.
Otra cosa interesante
es como se abrogaba la compañera que estaba al lado de la urna del derecho de
depositarles las papeletas a los electores. Tengo que admitir que a la mayoría
no parecía importarles, pero hubo quien se resistió y yo acá lo celebraba. Cuando me tocó sustituirla en la urna, ella
protestó porque yo dejé que los electores echaran las papeletas y la urna se
atascó. Yo le dije, que creía en el “voter
empowerment.” Digo y así se lo expliqué, los electores tienen que doblar sus
propias papeletas y depositarlas en las urnas para que se sientan dueños de su
voto. Algo en eso de ser maestra,
supongo.
Hubo
también alguna fricción con los electores que querían votar delante de los
demás. Yo no me opongo, y creo que ese
es el derecho de cada elector, pero una de las inspectoras (así se llaman) se
indignaba. Pero cuando el líder de
barrio PNP hizo lo mismo, nadie protestó. Un joven del PIP que estaba de
observador ya que llegó a las 12pm, defendió el derecho del caballero a votar
como quisiera, pero la inspectora decía así en tono airado que “el voto era
secreto.” Es secreto si yo opto por mantener
la secretividad, ¿o acaso me equivoco?
En resumen,
fue una experiencia muy interesante, mucho más informal de lo que me esperaba
(a los americanos les hubiese dado diez infartos el sal pa’ fuera) y hubo,
estoy segura de ello, muchas violaciones a los estatutos. Pero al final del día (en un colegio sin aire
en el que sudamos la gota gorda¡¡¡!!!) se llevaron a cabo las votaciones y
aunque al principio, fue una forzada camaradería, a eso de las cinco cuando
terminamos los trabajos, éramos como familia….bueno ni tanto.
Ah y aunque
me sentía como the incredible shrinking
woman cuando se contaban los votos—en mi colegio y pueblo ganó el sí—fue maravilloso
entrar a mi casa y enterarme de que 1) la cena estaba lista y 2) el NO estaba
ganando.
2 comments:
Los funcionarios que trabajaron ese colegio probablemente nunca han leido las instrucciones para manejar los votos. Sus cabezas, hinchadas de poder, lo creyeron inecesario. No se percataron que su fuerza tambaleó en el momento que entraste por aquella puerta y no te dejaste intimidar.
Hay que agradecer tu esfuerzo y el de todos los que protegieron esos votos. Hoy podemos celebrar con orgullo porque prevaleció nuestra dignidad, y la fe en que un Puerto Rico mejor es possible. ¡Ha vuelto la esperanza!
Jajaja, que buena historia. Está como para Primera Hora!!!
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