Durante este conflicto huelgario que debo admitir nunca sospeché se extendería por más de dos o tres días, la prensa, la radio y hasta nuestras conversaciones cotidianas se han enfocado en –los estudiantes apostados en los terrenos del recinto de Río Piedras. A pesar de los esfuerzos de los demás diez recintos de hacerse sentir, el interés por los otros recintos ha sido mínimo. Esto lo acepto (suspiro) como ley de vida. Río Piedras es el más antiguo, el más grande, el del mayor presupuesto y, por mucho, el de mayor exposición.
También se ha hablado mucho de los huelguistas, que si son revoltosos, que si vividores, que si esto que si lo otro. De la mayoría silente dicen que en Plaza Universitaria se oyó un gemido y Mardelis Jusino salió en PRTV para denunciar que no se les había permitido expresarse en la asamblea que tuvo lugar en el Centro de Convenciones. Pero ¿qué de los demás estudiantes, los que se han mantenido al margen, los que ni condenan ni apoyan? Decía Henry David Thoreau, el filósofo Norteamericano, que “the mass of men (and women) lead lives of quiet desperation.” Y por los correos electrónicos que recibo de mis estudiantes, sé que hay un grupo frustrado y desesperado.
He estado pensando en esos estudiantes. ¿Cómo llamarles? ¿Los lurkers? (Se les llama lurkers a los que leen mensajes cibernéticos sin participar en la discusión) Estos son los que están pendientes de las noticias y ven con cierto grado de desesperación cómo se les escapa el semestre sin que puedan graduarse, irse de viaje, buscar trabajo o aceptar uno que les requiere el grado, o simplemente los que quieren completar el semestre y seguir sus vidas cotidianas.
He estado pensando en cómo ayudarlos a mitigar estos sentimientos para que no se tornen en rabia, o desprecio por los que luchan, o peor, hacia la Universidad. Aún cuando yo también quiero regresar a terminar el semestre, y también me desespera y me frustra que no haya negociación, comprendo que la lucha que han comenzado los estudiantes es un tren sin frenos que de detenerse ahora sólo se estrellaría de la manera mas estrepitosa y horrible para todos.
Aun cuando quisiera decirles a los lurkers que vayan a los portones y se entreguen a la causa, no quiero perpetuar más violencia contra ellos imponiéndoles mi punto de vista. Tal vez tienen muy buenas razones para no querer involucrarse, tal vez no saben cómo hacerlo, tal vez lo intentaron y salieron mancillados. Los percibo frágiles como el país. Deseosos de vivir una vida plena pero tímidos a la hora de abrazar causas. Es más fácil vivir al margen, esperar que otro resuelva.
Les he dicho a algunos que aprovechen el tiempo para aprender sobre la Universidad y las razones que nos han llevado a este momento histórico. Les he dicho que sean optimistas, aun cuando a veces yo también sucumbo al desánimo. Tal vez, me veo reflejada en ellos y esto sea lo que me preocupa más.