Dice Edgardo, mi marido, que los antiguos tenían razón al creer en la rueda de la fortuna. Según el concepto medieval la diosa Fortuna tenía una rueda que giraba al azar cambiando así el destino de las personas. Los que disfrutaban de grandes privilegios podían con una vuelta de la rueda pasar de la alegría a la desgracia y todo—punto importante-- de la forma más arbitraria. La rueda era la que decidía el futuro, no la persona ni siquiera los dioses, aunque estos bien podían intervenir a favor de alguna persona.
Aquí un ejemplo: Uno de los hijos del depuesto y ya fallecido Sha de Irán ha muerto, aparente suicidio. Por lo que he leído Alireza Pahlavi, de 44 años, era un hombre inteligente, atractivo y reservado que vivía preocupado por la situación de su país de origen, país del que fue exiliado desde los doce años al darse el derrocamiento de la monarquía en 1979.
Así quien por designios del destino vivió por doce años protegido por la opulencia monárquica del reinado de su padre en Irán, hoy se suicida en Boston, MA víctima aparente de una depresión provocada por la muerte de su hermana de una sobredosis de barbitúricos en 2001. Dice Wikipedia, que Alireza, en Princeton estudió física y al momento de su muerte completaba el doctorado en Historia—con particular interés en Irán--en Harvard.
People magazine lo nombró en algún momento “most elegible Bachelor.” “Sabe el hombre donde nace y no donde va a morir,” ni cómo.
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