Hace tiempo que no escribo sobre las series que veo así que decidí escribir algo sobre la que me tiene fascinada, tanto así que la he comenzado a ver de nuevo y hasta compré la novela. Lo que me propongo hacer aquí es tratar de entender cómo y por qué es que la versión televisiva y la novela, aunque diferentes, funcionan tan bien; cada una en su mundo, por supuesto. No sé si lo he logrado pero aquí van mis observaciones. Si no ha visto la serie o no conoce la novela: SPOILER ALERT.
Para empezar, un breve resumen de la trama. Station Eleven es una obra de Emily St.John Mandel que narra el antes y el después de los sobrevivientes de una pandemia (un virus misterioso) que acaba con gran parte de la humanidad. Estos sobrevivientes son: los miembros de the Travelling symphony que reúne a varios músicos y actores que viajan deleitando a la gente de los pueblos a los que llegan tocando música y presentando obras de Shakespeare; un grupo más grande que vive en un aeropuerto y cuidan del museo que ellos llaman El museo de la historia y por último están los seguidores de The prophet.
La novela también empieza con la obra de teatro. También Jeevan es quien primero se percata de que a Arthur le sucede algo, pero en la novela Jeevan ha estado entrenando para ser paramédico, y además conoce la obra que se presenta al dedillo por lo que nota cuando Arthur salta líneas del parlamento. Esto justifica su actitud y presencia en el escenario.
El que sea o no sea aprendiz de paramédico parece trivial en la serie, pero es de suma importancia en el desarrollo del personaje y la trama de la novela. Aun así los escritores de la serie logran cuadrar efectivamente el eventual conocimiento médico de Jeevan, conocimiento que adquiere a pesar suyo.
The prophet, cuyo verdadero nombre es Tyler y es hijo de Arthur, es un personaje al que le han dado otro giro en la serie. En la serie, Tyler abandona y vehemente rechaza lo conocido, el pasado, para buscar una vida que le sea más aceptable; mientras que en la novela es un niño engreído que se va con su mamá detrás de una secta religiosa y de alguna forma que no queda claro termina llamándose el profeta. En la serie lo han querido suavizar supongo para que se de la reunión final y para que se justifique su conexión con Kirsten pero en la novela es simplemente, el malo. No exploran su psiquis ni por qué hace lo que hace. Va por la vida robando niños, casándose con niñas y matando al que no lo sigue o lo contradice.
Como ven, la serie toma vida propia, cosa que leí que la autora aprobaba. El capítulo final de la novela dista mucho de la serie. En la novela, Kirsten llega al aeropuerto con sus compañeros rescatados de las garras del profeta. Cuando Clark conoce a Kirsten la lleva a la torre del museo para compartir un descubrimiento alentador, mientras que en la serie el final se centra en atar cabos: Clark (el mejor amigo de Arthur), Tyler y Elizabeth (esposa de Arthur y madre del profeta) se reconcilian; mientras también se da el esperado y conmovedor encuentro entre Kirsten y Jeevan.
Ayer mientras pensaba en por qué había decidido escribir sobre esta serie cuando he visto tantas, concluí que los personajes, una niña encantadora y un hombre bueno pero confundido, me invitaron a acompañarlos en un viaje por terreno desconocido y lograron que me entusiasmara por verlos tener éxito y seguir el desenlace. Espero no haber dado la impresión de que la novela no sirve. Es buenísima, pero no es la serie. El capitulo 6 por ejemplo, es fascinante. En el se incluye una lista de cosas que después de la pandemia dejaron de existir. Cosas cotidianas, normales: "No more diving into pools of chlorinated water lit green from below. No more ball games played out under floodlights. No more porch lights with moths fluttering on summer nights..." y así sigue. El capitulo es estremecedor y encantador. Nos deja con el sabor amargo de lo perdido. La recomiendo.
En fin, otro atractivo de ambas versiones y por lo que las recomiendo es que tratan temas familiares: la incertidumbre, el futuro trastocado por una pandemia, la esperanza, los lazos que se forjan en la tragedia y el poder del arte para imaginar mundos alternativos, así como para entender nuestro entorno y lo que valoramos.
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