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Sunday, January 09, 2022

Escoger el olvido

 

Hoy, 8 de enero de 2022, la prensa informa de la muerte en Colombia de la primera persona que ejerce el derecho a que se le practique eutanasia sin que medie una condición terminal. En Colombia la eutanasia es legal desde el 2015 y según elpaís.com, unas 157 personas han optado por ella. Lo que hace este nuevo caso singular es que Víctor Escobar de 60 años solicitó el procedimiento albergándose en una cláusula de julio del 2021 que extiende el derecho a aquellas personas que puedan comprobar que su padecimiento viene acompañado de “intenso sufrimiento físico o mental”. 

Cuando Víctor tomó la decisión de someterse a este procedimiento, ya no se podía valer por si mismo y requería una enfermera 24/7. Me imagino que no fue una decisión fácil ni apresurada. Me imagino las largas horas en las que debió consultar con su esposa, hijos, familiares, amigos cercanos y abogado. Me imagino que hubo momentos en que dudó. Me imagino porque yo lo pienso a menudo, ahora más que estoy padeciendo una enfermedad degenerativa y sin cura. 

Cada vez que se asoma el drama de mis hermanas peleando por quien cuida o no cuida a mami, lo pienso de nuevo. No es agradable estar encamado y a la merced de los demás y sus traumas. También sé que no es fácil ser cuidador de enfermos. Nunca aspiramos a uno ni lo otro. A los hijos no se nos entrena para cuidar a los padres. Solo quisiera que ser cuidador no resultara en tanto drama, recriminaciones y mezquindad. Quisiera poder resolver consiguiendo una Mary Poppins o una santa cualquiera que les quitara de encima la responsabilidad a las hermanas. Quisiera estar bien para dar la mano como corresponde. A los que les tocó ejercer de cuidador, como les ocurrió a mis tías, y a tantas otras personas, reconocen lo duro que es. Una de mis tías dijo que prefería la llevaran a un asilo. Otra me dijo que había que disfrutar de los padres mientras todavía los tenemos; eso sería lo ideal. El problema es que cuando nos damos cuenta de qué es lo realmente importante, ellos ya no están. 

Por otra parte están las cuidadoras asalariadas. En casa, las cuidadoras, que hacen lo que pueden, resulta ahora que son inadecuadas e ineficientes. “Lo hacen todo a la carrera”, dice una de mis hermanas. Muchas cuidadoras (digo muchas porque en su mayoría apostaría que son mujeres. No tengo los datos pero tampoco lo dudo)  llegan a esos trabajos por default….porque en ese momento necesitaban un trabajo y se les ocurrió a ellos o a otros que esto era un ingreso seguro, fácil y temporero. Muy tarde se dan cuenta de que llevan años en la faena. 

La otra alternativa que favorece una de mis hermanas es un asilo pero no creo que eso sea una opción a estas alturas. Ya mami sospecha que no está en su casa. “Yo ya no soy yo ni mi casa es ya mi casa” reza un poema de Lorca al que me veo regresando a menudo…Mami añora otra casa que existe solo en sus recuerdos o en su imaginación. A menudo pide que la llevemos allá.

Volviendo a Víctor, me imagino que tuvo que lidiar con algo de esto. Supongo que puso su vida y la de los demás sobre la balanza. Supongo que se cansó de los malos tratos y las caras largas, de las interminables peleas y discusiones. Supongo que entre el dolor que lo abrumaba y el sufrimiento de los demás, escogió el olvido. Supongo que más que el padecimiento físico que puede subsanarse algo con medicamentos fueron las tragedias diarias que lo hicieron apresurarse a tomar su decisión. Una vez le comentaba a un amigo que lo importante no era protegerse para no enfermarse, algo que a el lo obsesiona, sino saber cuando decir adiós. En lo que me concierne: yo soy Víctor Escobar. Cuando llegue la hora de la dependencia total, opto por la salida más digna. Tal vez me haga ciudadana Colombiana para lograrlo.

 

 

 

 

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