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Sunday, November 03, 2019

Enseñanzas



Cuando pienso en mami a menudo lo hago con tristeza ya que sus últimos años los ha pasado postrada en una cama cuando merecía estar caminando y viajando. También pienso en la importancia e influencia que tuvo en mí y lo mucho que le debo por las cosas que me enseñó, algunas, sin querer. Hay cosas que mucha gente ni se imagina que aprendí de ella. Aquí una lista de las que recuerdo:

De mami aprendí a leer novelas fresitas, en especial le gustaba comprar las de Corín Tellado. En mi generación si eras lectora, lo aprendiste de las cómics o de esta prolífica escritora que escribió mas de 1000 novelas, todas siguiendo la misma fórmula de la chica que se enamora del chico, encuentran un obstáculo que logran superar y terminan felices para siempre. Mami compraba las novelas de bolsillo, muy populares entonces y que su heredera son las hoy llamadas Jazmín. También compraba la revista Vanidades que incluía una novela, a veces de Corín Tellado o, de otro escritor español que usaba el seudónimo de Carlos Santander. Cuando la revista Buen Hogar comenzó a publicar en español, mami empezó a comprarla. Esta revista que se especializaba en los cuidados del hogar incluía novelas americanas en traducción al español.  El haberme introducido al mundo de las novelas y revistas creo que es lo que mas le agradezco ya que estas lecturas me llevaron a otras con las que he podido, como dice GRR Martin, vivir muchas vidas.


De mami también aprendí a ver y disfrutar de las telenovelas. La mujer de aquella noche, y La usurpadora son algunos títulos que recuerdo. El interés por las telenovelas lo perdí eventualmente, pero creo que fue ese interés por las telenovelas lo que me llevó a las series televisivas que tanto han deleitado mis momentos de ocio.

De mami aprendí a cocinar, o  por lo menos a disfrutar la comida. Que conste, que aunque no lo hago muy mal tampoco lo hago tan bien como ella. Mami era una cocinera más bien reacia--cocinaba porque no le quedaba más remedio-- rara vez recuerdo que lo disfrutara. Sin embargo, que bien lo hacía. Todavía me parece saborear la carne guisada, el pollo guisado, el pollo al horno, las alcapurrias, las cremas que preparaba. Todo, a pesar de su renuencia, le quedaba bien y se esmeraba en que así fuera. 

Aprendí a limpiar la casa. Aunque no era una nazi, a mami le gustaba que la casa estuviera limpia y se preocupaba, algo que para el pesar del colega también hago, por cosas triviales como por ejemplo, cuán blancas quedaban las tazas. A pesar de que tampoco disfrutaba fregar, no había olla ni taza que no estuviera inmaculada.

Aprendí a ser vanidosa. Mami se preocupaba por lucir bien. Le gustaba arreglarse y se cuidaba mucho la piel; gracias a ella, reconozco la importancia de un buen humectante y de usar crema de manos. Aunque era mas bien modesta con el maquillaje, mientras pudo valerse, nunca dejó de humectarse la piel o pintarse el cabello. Una de las cosas que más disfrutaba cuando ya no salía sola, era que la llevara al salón de belleza.

A mami también le gustaba vestir bien. Su ropa la cuidaba mucho y la escogía con cuidado. Cuando éramos pequeñas se esmeraba, a  pesar de las limitaciones económicas, por comprarnos ropa buena y combinarnos las piezas. Le gustaba que estuviéramos limpias y sabía hacer que el lavado resplandeciera.  Siempre me impresionó que los pantaloncillos de papi relucían; nunca los vi ni amarillentos ni manchados. De ella aprendí a no mezclar las ropas de color con la blanca y por supuesto, la importancia del cloro.

Mami era una cuentista innata. Hacia cuentos fascinantes de sus ancestros y era capaz de contar algo que había leído o escuchado de niña de manera excepcional. Me arrepiento de no haber prestado más atención y de no haber grabado sus cuentos cuando todavía podía hacerlos.

Supongo que todo esto puede parecer trivial pero son las cosas que marcaron una parte de mi vida. Creo que a ella le gustaría por ejemplo, que dijera que aprendí a rezar, a conocer de dios, pero aunque ella nos inculcó valores religiosos en algún momento dejé de rezar y comencé a rechazar la religiosidad. No fue, sin embargo, su culpa sino de los caminos por los que he transitado y de otros viajes, enseñanzas y reflexiones de los que ella no participaba.

Como último comentario diré que me hubiese gustado haber aprendido otras cosas que ella sabía y hacia muy bien como tejer y bordar, analizar sueños y otras cosas esotéricas, pero ya esas quedarán para otra vida.


2 comments:

JAlberdeston said...

Elsa, this is a beautiful elegy. The way you shaped a story of your mother's past, twined in your own, of course, but colored by her strength of character: the brilliance of the dishes, the careful choices in dress. It also speaks to things that are disappearing, at least here in particular: your mother's love for reading passed down to you through the magazine stories, the dime store novel. I love the vulnerability in the writing, in sharing what you did not adopt or what you grew out of. I wonder if you will share this with her, read it to her. My greatest regret is not reminding Mami of how much she helped construct the woman I am today.

elf said...

Thanks, Jane. You need to make your own list, perhaps in the form of a poem...