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Saturday, July 14, 2018

Fake News


Aunque el tema son los “fake news”, no voy a hablar de Trump sino de una cultura de la que puede brotar un personaje como el Presidente de EEUU.

Las noticias falsas se han convertido en un problema en estos tiempos del acceso fácil e instantáneo a la información. No solo se prestan estas noticias para el chisme inocuo sino también para la propaganda peligrosa. Pueden ser peligrosas no solo por su contenido sino porque fomentan una cultura nefasta. En vez de averiguar antes de hablar o compartir, los “fake news” promueven una reacción visceral  y se apoyan en la ignorancia para lograr su cometido. Descansan en la certeza de que la mayoría de los que las reciben son demasiado vagos para comprobar que lo que leen es cierto y lo suficientemente irresponsables para compartirlo.

En el periódico de hoy leemos sobre la preocupación que existe en Brasil con la influencia de las “fake news” ahora que se acercan las elecciones presidenciales. El gobierno para contrarrestar ha lanzado una campaña de educación para alertar a los votantes. Recientemente, en India una de estas noticias fabricadas que circuló por WhatsApp acusaba, aparentemente con nombre y apellido, a varias personas de participar en una red de secuestro de niños. Esta información, sin corroborar, provocó una serie de linchamientos en el que murieron unas 30 personas y en la que hubo cientos de heridos. Los que crearon el mensaje y lo pusieron a circular descansaron en la ignorancia y facilidad para la manipulación de los recipientes que reaccionaron a la “noticia.” Los que reaccionaron cayeron en la trampa porque asumieron sin educarse, sin investigar, que la información que les llegó era cierta y no dudaron en compartirla y tomar acción.

El WhatsApp , una aplicación muy útil, es el reino de todo tipo de "fake news". A mi cuenta llegan no menos de cuatro o cinco avisos falsos y consejos cuestionables a diario. Algunos son obviamente engañosos. Solo hay que considerar lo siguiente: la pobre ortografía, el uso de palabras que no usamos en Puerto Rico, expresiones idiomáticas que no usamos y su característica más clara, su tono alarmista. Muchos ni los leo, o les doy una vistazo para ver de qué tratan y nada más, o para ir a factcheckers a probar su autenticidad. A la mayoría no les hago caso pero particularmente me cuido de los que supuestamente vienen auspiciados por doctores con nombres poco comunes o que alegan que los demás médicos son unos charlatanes, o que la ciencia y los científicos nos quieren engañar. Están también, la mayoría, los que te instan a compartirlo. Esos, especialmente los que me amenazan o tratan de manipular con cosas como, “solo una de cada siete personas que lee esto lo compartirá”, los borro de inmediato.
 

A veces me pregunto cómo es que algunos de mis amigos, de mis amigas, de mis familiares, personas educadas en general, andan por ahí compartiendo tanta sandez. (Y esto incluye algunos vídeos.) Pienso que debe haber un botón de detente en el WhatsApp que te obligue a pensarlo dos, o hasta tres veces antes de enviar un mensajes de esos que son el equivalente de las cadenas que antes se enviaban por correo. Desafortunadamente, estos mensajes alarmistas ni siquiera incluyen el velloncito con el que se podía, a pesar de que te pedían que lo usaras solo para enviárselo a otro incauto so pena de una catástrofe que caería sobre ti, uno lo usaba para ir a comprar una maltita o un bombón.

A mis amigos y familiares, les ruego que no me envíen mensajes de alerta, o lo que el colega llama mensajes de Homeland Security. No todo lo que recibe uno debe compartirlo. Debemos leer el  texto, y si no es claro su origen, no debemos compartirlo. Si el mensaje tiene errores ortográficos debe ser escrito por un bot o por una persona poco confiable. Si tiene frases no comunes en la isla, eso es una farsa que viene sabe dios de donde y llega hasta nuestros lares. Si es una niña perdida o secuestrada, averigüe primero. Si es cierto lo va a saber la prensa. Cuando a mi se me ocurre compartir algo que recibo, frecuentemente añado un aviso de que no sé de donde provino pero que parece interesante o lo cotejo para comprobar su legitimidad.

Que conste que las noticias falsas no son nuevas. Antes se podían oír en la fila del supermercado o mientras esperabas al médico, o leer en la revistas de reputación cuestionables. Un amigo de la familia era notorio por llegar a la casa a decir barbaridades como las que hoy se comparten por las redes, pero el lo hacia con sorna y era obvio para todos que era mentira y causa solo para una carcajada.  





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