La película japonesa llamada Departures en inglés y que obtuviera el Oscar por mejor filme extranjero en 2009, es la historia de un hombre, Diago, que por un accidente del destino se convierte en una suerte de embalsamador. El trabajo de nokanshi es uno que paga muy bien, mejor de lo que esperaba, pero carga un gran estigma social por lo que el protagonista le oculta a su esposa la naturaleza de su encargo. Al principio al joven que hasta muy reciente se dedicaba a tocar el cello, le cuesta acostumbrarse a eso de bregar con los cuerpos sin vida pero frente a cada duda, el jefe le asegura que nació para este oficio, que es su destino. En una de sus primeras asignaciones debe preparar el cuerpo de una mujer en avanzado estado de descomposición, lo que le cuesta física y síquicamente. Tanto lo afecta esa primera exposición a la muerte que decide renunciar, pero su jefe, un personaje encantador, no se lo permite. En otro instante, cuando termina de preparar el cadáver, en este caso de una jovencita que ha muerto en un accidente en motora, se suscita una pelea entre los deudos a quienes se les permite estar presentes durante la preparación del cuerpo. Empieza porque la madre no reconoce la muerta como su hija y le exige al joven “embalsamador” rehacer su trabajo. Entonces todas las viejas rencillas y sentimientos de culpa por la muerte de la joven florecen entre los familiares que se echan unos a los otros la culpa de lo que ha sucedido hasta explotar en un encuentro violento y confuso para el protagonista.
Lo que más me llamó la atención sin embargo no fue la trama más o menos sencilla de un joven que debe reinventarse, sino el rito mismo. Esta ceremonia, desconocida por muchos y sospecho que cayendo en desuso en Japón, consiste en limpiar, vestir y decorar/maquillar al difunto, o sea, preparar al muerto para la cremación o entierro. Todo esto se lleva a cabo dentro de una solemnidad religiosa sublime. Cada cadáver es tratado con respeto y cuidado, ya que cada muerto es un alma que ha de viajar hacia otra etapa de su existencia. En una escena hacia el final del filme, el joven nokanshi debe preparar el cuerpo de su padre a quien no ve en años. Procede Diago a preparar el cuerpo. Lo limpia, lo afeita, lo acaricia y así va conectándose con ese ser que alguna vez amó con devoción. Es frente al cadáver de su papa y a través del rito que logra reconectar con el padre que desapareció de su vida cuando era un niño y sanar.
Es un filme que recomiendo no solo por el tema sino por la cinematografía tan hermosa y por la música de la que no escribí pero que pueden descubrir al ver la cinta. También porque esta película nos habla no de la muerte y su finalidad sino de la importancia de honrar a los que ya no están.
4 comments:
Muy interesante y ¿oportuno?. Este tema me toca emocionalmente, así que mejor lo comentamos con un café o un vino.
Ahh, si. Tenemos que hablar de tantas cosas... De los que quedan atrás...De los que ya no están...Papi cumple un año este mes.
Coincidimos totalmente, una vez más. Esta película tan poco promocionada y vista ha sido una de las que me dejó marcada. Da pena que la juventud lo que se esté acostumbrando es a ver estupideces violentas y ruidosas en extremo.
La música es algo digno de recordar. Luego de leer tu entrada la tengo puesta en YouTube...
Sí, Ivonne, una película y su música que nos remonta a lo sublime.
Post a Comment