Y dale con la educación. Cuando no es una cosa es la otra. Lo triste es que mientras no hay controversias a nadie le interesa lo que pasa en El Departamento. La controversia más reciente es con la circular sobre el “género”. Cuando en el 2008 el entonces Secretario de Educación, Rafael Aragunde trató de pasar la circular sobre la enseñanza del “género” se revolcó el avispero, los fundamentalistas religiosos gritaron y sanseacabó. Se fue Aragunde y el proyecto de engavetó...no recuerdo si se llegó a derogar la circular. Ahora vuelve a surgir el tema porque a Mari Tere, la senadora, se le ocurrió pasar una ley y el actual secretario por instrucciones del gobernador anda anunciando que esta vez sí, se implementará.
Y la pregunta es ¿quién le teme al género o a incluir la perspectiva de género en el currículo?
Los que no entienden o no quieren entender.
Educar a los niños y a la población en general sobre el tema no es fácil. Los prejuicios se cultivan desde la cuna. Veamos. ¿Cuando nace una criatura que es lo primero que hacemos? Pues preguntar si fue niña o niño. Después nos vamos a comprar según los colores que les representan: rosa o azul. Y eso no sería tan horrible si no viniera atado a otros prejuicios más peligrosos como que las niñas no pueden jugar a la pelota, las niñas son frágiles lo niños fuertes, las niñas lloran los varones no, las niñas son limpias, los niños desordenados, etc.
¿Qué significa "igualdad de género”? Si bien es cierto que hay diferencias biológicas entre hombres y mujeres, cuando hablamos de educar sobre el género, no hablamos de hablar sobre sexo, sino de distinguir entre lo que la sociedad y nuestra cultura dicta que un hombre o una mujer puede hacer y de lo que cada cual es capaz de lograr sin las limitaciones impuestas por dicha sociedad o cultura.
Para empezar a construir un currículo en el cual se le dé valor a la “perspectiva de género”, o sea que se incluya a las mujeres en la discusión, se debe comenzar por aceptar que muchas de las desigualdades en el trato y las oportunidades que existen entre los niños y niñas, hombres y mujeres en nuestra sociedad, son impuestas desde afuera y no son innatas. Aun cuando existen leyes que protegen los derechos de los individuos, en muchas partes del mundo, y Puerto Rico no es una excepción, a las mujeres se les niega el acceso al poder por simplemente ser del sexo equivocado. En otras partes del mundo se les niega el derecho a heredar, a tener propiedad, a poder competir por ciertos empleos y hasta a la educación.
Según datos provistos por UNICEF el 66% de los analfabetas en el mundo son mujeres; sólo el 17% de los que ocupan cargos electivos alrededor del mundo son mujeres; las mujeres ganan por lo menos 20% menos por el mismo trabajo que los hombres. Todo el que tiene una hija, una hermanita, o una nieta, debe alarmarse con esos números y ni hablar de cosas peores como las violaciones e agresiones físicas que sufren las mujeres alrededor del mundo.
Así que educar sobre el género, es simplemente obligarnos a enfrentar una realidad: a las niñas y a las mujeres se les trata como ciudadanos de segunda. A pesar de que las mujeres constituyen más de la mitad de los estudiantes en la UPR, esas graduandas no están en los puestos electivos del país y tampoco en las altas esferas de los negocios. Pero eso no es todo, educar tomando en consideración la cuestión del género, también nos obliga a mirar con detenimiento a los hombres/niños y los roles que se les imponen, roles que a menudo los oprimen y obligan a sentirse inadecuados cuando su vida no se ajusta a lo que la sociedad espera de ellos.
Por ejemplo, a los niños se les dice que tienen que ser fuertes y asertivos. ¿Qué le sucede al niño que no se siente atraído por la violencia y que su constitución física es más bien frágil? Se les enseña que son los hombres los que deben traer el alimento a la casa, y ¿qué sucede cuando papá no consigue trabajo o no puede trabajar por alguna condición física o mental? ¿No menoscaba acaso su hombría cuando no puede llenar esta expectativa?
La educación sobre las desigualdades entre los sexos nos conviene a todos. Todos somos seres humanos. Nuestro sexo, si somos femeninas o masculinos es solo parte de quienes somos. No debe definir nuestro destino. ¿Pero cómo hacerlo de manera efectiva? Por supuesto que tenemos que empezar por adiestrar a los maestros y maestras y convencer a los que tienen ideas preconcebidas de los roles de cada sexo de la importancia de hablarle a los niñas y niños sobre la igualdad. Sabemos que por desgracia a veces son los mismos maestros y maestras los que fomentan los estereotipos en el salón de clases. Lo ideal sería comenzar una campaña agresiva—como la de cero balas al aire (que ha probado ser exitosa) porque con decirlo una vez no basta, hay que inculcar la idea, hasta que los niños aclamen “género sí, discrimen no.” Enseñarles a los pequeños que las mujeres pueden ser pilotos, y no solo aeromozas, que pueden ser doctoras y no solo enfermeras, que está bien que a un niño le interese el cultivo de flores, o que le guste la cocina.
Se puede comenzar con cápsulas informativas, o camisas impresas con algún dato pertinente. Se puede hasta invitar a artistas comprometidos a hablar sobre la causa (como lo hace Emma Watson con su campaña feminista)……Tal vez así dentro de cinco años esto no sea controversial, ni tema para que los noticieros lancen titulares alarmantes y las páginas de Facebook nos llenen de desinformación y falacias mal intencionadas. La Fraternidad Pentecostal de PR publica un anuncio en página entera en el periódico para insinuar que lo que se intenta es promover la homosexualidad. ¡Por favor!: No hay peor ciego que el que no quiere ver. Las mujeres, heterosexuales y homosexuales, necesitan se les incluya en la toma de decisiones. Es una pena que haya que pasar leyes y circulares que nos recuerden la importancia de incluir más mujeres y sus legados en el currículo. (Una pena que no haya una ley que nos obligue a separar la iglesia de las cosas del estado. Espérate, ¡la hay!! ¡Se llama La Constitución!)
Para concluir incluyo una cita y el enlace de un ensayo de Mariana Iriarte que me parece muy acertada:
“Es por ello que para hablar de democracia en sentido amplio es necesario que el ejercicio de poder se dé entre iguales. De no ser así, lo que existen son meras relaciones de subordinación con grados de participación. En este sentido, es imprescindible para la consolidación democrática que el Estado incorpore a sus prácticas, especialmente a la educación, una mirada que permita reconocer no solo los aportes hechos por las mujeres a lo largo de la historia sino que además brinde las herramientas tanto a hombre como a mujeres para poder mirar con suspicacia todos los atributos, funciones, roles y posiciones, entre otros, asignados a hombres y a mujeres solamente en función de la diferencia sexual.”http://www.80grados.net/perspectiva-de-genero-en-la-educacion-y-democracia/
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