El libro
más reciente de Rosa Montero, La ridícula
idea de no volver a verte (Seix Barral 2013), es de naturaleza
híbrida. Es una combinación de biografía
y autorreflexión. Esta nueva entrega de la autora narra la vida de Marie Curie,
la famosa científica polaca, a la vez que reflexiona sobre varios temas que le
tocan a Montero de manera personal, particularmente, cómo sobreponerse a la
pérdida de un ser querido. A algunos, este híbrido los puede incomodar, pero a
mí me gustó. Era como si Rosa y yo estuviéramos
charlando sobre el tema de la muerte y a la vez compartiendo nuestra forma
particular— cada quien la maneja de manera distinta— de acercarnos a ella, a la
muerte, digo. Así como hace uno con los amigos.
Este libro
surge, según nos cuenta Montero, porque una amiga/agente le pide que escriba un
ensayo sobre las cartas/diario que Marie escribió a raíz de la muerte de su
esposo, Pierre. Las cartas le fascinan y comienza a interesarse por conocer aún
más sobre la vida de la Curie, tanto que en vez de circunscribirse a las
cartas, incluye datos biográficos que toma de varias obras escritas sobre la
vida de la única mujer que ha sido galardonada con dos premios Nobel en las
ciencias: uno en 1903 con su esposo y otro 1911, luego de haber enviudado. El
titulo del libro sale de una de las cartas (incluidas como apéndice) en la que
Marie escribe que no puede concebir la ridícula idea de que no volverá a ver
jamás a su marido (p.226).
Según
Montero, la Curie fue una joven talentosa pero insegura que se debatía entre el
deber y el querer hacer. Por un lado, sabía que era inteligente y tenía talento
para las ciencias. Por otro lado, se
sentía responsable por el bienestar de su papá (era huérfana de madre desde los
11 años). Sin embargo, quería, como alega Montero, también honrar la memoria de
su madre al dedicarse a los estudios y tener una carrera.
Cuando por
fin pudo viajar a París a estudiar, conoció a Pierre. Él tenía 37 años y ella 28. Se casaron y tuvieron 2 hijas: la mayor,
Irene, también se ganaría un premio Nobel en química— desafortunadamente
después de la muerte de su madre.
Es
interesante para mí, que no he leído una biografía de la Curie, verla como todo
un ser humano: preocupada por su esposo, sus hijas, el qué dirán, sin perder en
momento alguno su insaciable curiosidad científica, por la que recibió muchas
satisfacciones pero también muchas penas. Según descubrimos en La ridícula idea…cuando Marie gana el
primer Nobel no fue invitada al estrado a recogerlo y al otorgársele el segundo
le retiraron la invitación aunque ella desafió a los organizadores del premio y
se apareció a dar su discurso de aceptación.
En fin, la Marie Curie de este libro es maravillosa y radioactiva. (Lean
el libro para que sepan el porqué.) He
leído en otra fuente que sus diarios aún tienen radiación y por eso están bajo
llave. Cualquier estudioso/a que consiga permiso para leerlos o siquiera
tocarlos, debe usar ropa protectora y firmar un documento (waiver) en el que acepta la total responsabilidad por cualquier
contaminación que sufra por usarlos o hallarse en su proximidad.
En un
aparte como los que hace Montero en esta obra, recientemente vi un documental
sobre la vida de Gloria Steinem, la famosa reportera feminista norteamericana
quien acaba de cumplir 80 años, en el que se le ve despidiendo el duelo de otra
conocida feminista, Bella Abzug, a quien consideraba su mentora. Steinem
lee su panegírico con dificultad pues a menudo no puede contener el
llanto. Así es como se lee este libro.
Aunque
parezca contradictorio, esta obra de Montero es fácil de leer, y a la vez
difícil. Como ya dije tiene un tono
coloquial que seduce al lector, pero…Yo intentaba leerlo mientras viajaba en
tren de Lille a Paris y a menudo tenía que cerrarlo ya que me conmovían las
observaciones sobre la muerte y por supuesto no quería que me
vieran llorar. Montero sufre una especie de catarsis en este libro. Se libera y a la vez abraza el dolor con
propósitos terapéuticos. Ya superadas la incredulidad, la rabia y las demás
etapas, parece haber alcanzado el período de la aceptación de la muerte del ser
querido, su esposo Pablo quien muere víctima del cáncer en el 2009.
Para
concluir es un libro que se acerca al dolor no para negarlo, rehuirlo o
romantizarlo sino para alcanzar lo que ella llama la ligereza y de esa forma
continuar viviendo.
Cita del libro: “El verdadero dolor es
indecible. Si puedes hablar de lo que te acongoja estas de suerte: eso
significa que no es tan importante. Porque cuando el dolor cae sobre ti sin
paliativos, lo primero que te arranca es la #Palabra.”
2 comments:
elf: Por lo que describes creo que todavía no me atrevo a leerlo, aunque ya mismo se cumplen 4 años de la muerte de mi esposo. A menos que quiera darme un buen lloraito que si no es en público viene bien.
Si, tal vez no sea todavía el momento para ti-- aunque tus fechas coinciden con las de Rosa. Es muy conmovedor, por lo menos para mi que soy muy llorona. Me hizo recordar a mis propios muertos, especialmente un sobrino y una amiga.
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