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Wednesday, September 11, 2019

Recuerdos del 9/11


Cuando era joven se solía preguntar si uno recordaba dónde se encontraba y que hacía cuando murió John F. Kennedy. Yo siempre me quedaba en blanco. Kennedy había muerto en el 1963 cuando yo estaba, como suelo decir, inconsciente. La niñez para mi ha sido siempre una imagen borrosa con alguno que otro momento de claridad. La vida consciente me llegó ayer…o antier. En 1963, yo seguro que ni sabía quien era Kennedy. Para aquella época vivíamos en Chicago. Mis hermanas mayores seguro sabían quien era y habrían oído la noticia en la escuela pero no recuerdo que lo comentaran y si lo hicieron, no resonaba para nada conmigo. Mis padres, adultos al fin y quienes trabajaban a tiempo completo lo comentarían preocupados pero ellos no nos hacían participes de sus conversaciones…eran otros tiempos.

Sin embargo, si me preguntaran hoy si recuerdo que hacía el día en que ocurrió el 9/11, podría contestar con certeza pues lo recuerdo perfectamente. Ese día nos levantamos el colega y yo tempranito y fuimos a comprar unas matas a un vivero de plantas que por alguna razón que desconozco, ya no existe. No recuerdo el nombre pero estaba el nursery en Hatillo por la número 2. El que atendía escuchaba la radio y nos dijo lo que había ocurrido. Quedamos anonadados y preocupados ya que mi hijo estaba por Disney y se comentaba que era uno de los objetivos de los ataques. (Para aquel entonces no eran tan ubicuos los celulares y no fue hasta tarde en el día que pude comunicarme con el susodicho.) 

Del vivero pasamos al correo donde todo el mundo comentaba lo sucedido. Uno comentó que no sólo las torres gemelas habían sido atacadas sino también el pentágono. Llegamos a la casa presurosos por conocer más y nos instalamos frente al televisor. Allí, frente al televisor, pudimos ver el colapso de las torres y el caos que se generó. También sufrimos como todo el que vio las noticias, por los muertos y sus allegados. 

Por suerte, pronto nos enteramos de que los directivos de Disney habían decidido, por la seguridad de sus invitados y empleados, cerrar el parque por el día. Cuando pude, por fin, hablar con mi hijo, le hice todas las advertencias de rigor a lo que el seguro contestó—aquí la memoria me falla--con una mezcla de resignación y exasperación, “Si, mami.”