Siempre me sorprende cuando una mujer trabajadora,
independiente y de apariencia liberal me dice que no es feminista. Yo no sé cuando abracé el feminismo, pero lo que sí se es que fue
temprano en mi vida de mujer. Mientras completaba el bachillerato tuve la
suerte de tomar un curso sobre la literatura escrita por mujeres. Fue allí que oí hablar por primera vez del ERA
o Equal rights amendment, que se colgó en las dos veces que se intentó pasar. Leer
The woman’s room de Marilyn French
cuando estaba embarazada de mi hijo selló mi afiliación a esa filosofía. Y es
que eso es el feminismo una filosofía de vida, una manera de ver y entender el
mundo. El precepto básico del feminismo es la creencia de que la mujer es un
ser humano y por lo tanto le corresponden los mismos derechos y privilegios que
al hombre.
Para muchas personas el feminismo es sinónimo de aversión a
los hombres. Por eso se cantan “pro mujer pero no feminista.” En mi ya larga
vida he aprendido que no vale tratar de convencer a los que opinan diferentes,
especialmente si son de cierta edad. La lucha hay que darla entre los jóvenes.
Muchos piensan que ya el feminismo ha dejado de ser
pertinente. El que las mujeres hayan luchado y obtenido el derecho a votar no
quiere decir que la lucha ha terminado, solo se ha transformado. En el 1973 con
Roe vs Wade se pensaba que ya la lucha por el derecho a un aborto seguro y
legal había terminado. Hoy vemos que no es así. En Argentina tan reciente como
en agosto de este año 2018, los grupos feministas tenían la esperanza de que iban a
obtener ese derecho. Pero no fue así. El proyecto de ley que buscaba que se les
garantizara a las mujeres el acceso a un aborto seguro, legal y gratuito fue
derrocado 38 a 31.
En Estados Unidos siguen los ataques a las clínicas de
aborto, aunque nunca como en su pico en los 90. Ahora han surgido grupos
disfrazados de clínicas pro mujer que buscan detener los abortos intimidando a
las mujeres que buscan someterse a un procedimiento.
En Puerto Rico la
senadora del Partido Nuevo Progresista (PNP), Nayda Venegas Brown, ha radicado un
proyecto de ley para obstaculizar y criminalizar los abortos. Ella aduce que
las mujeres en la isla son obligadas a abortar o no se les provee la
información necesaria para que desistan de ello. Su agenda es clara. Coartar el
derecho en aras de “proteger”. El patriarcado, aunque disfrazado, sigue vivo.
Venegas es de las que alega que es pro-mujer pero no feminista… ¿Qué quiere
decir con eso? Seguramente es de las que cree que no se puede apreciar a los
hombres ni sus logros si se es feminista. Le falta leer algo que no sea la
Biblia. No sólo las mujeres creen en la igualdad de derechos. Hay muchos hombres que se identifican con el feminismo y creen en la
igualdad de los sexos.
Lo cierto es que siempre hay alguien al acecho, buscando
“proteger” a las mujeres. Son lobos vestidos de cordero. Lo que realmente
buscan es controlar a las mujeres, especialmente a las que se dejan el pelo
suelto y corren contrario al estatus quo.
Seguimos soñando con tener más mujeres en los puestos de
poder, pero por alguna razón las que piensan como uno no acceden al poder. Tal
vez porque gritan mucho, porque protestan y no se callan cuando habla un hombre,
o será porque el sistema las margina. Solo entras al reino de los hombres si
compartes sus creencias y si te comportas como toda una dama con todas las implicaciones de esa palabra.
En The Handmaid’s Tale
o el Cuento de la Criada de Margaret Atwood, que ha tenido una segunda
vida gracias a la serie que se trasmite
por HULU, en Gilead alguna vez “the great USA” las mujeres pierden todos los
derechos por los que han luchado y ganado a lo largo de años. Pasan a ser meros
participes de tres grupos básicos: esposas, criadas o parturientas. En la
serie, que se desvía bastante de la novela, la esposa protagónica, Serena Joy, es una
ferviente creyente en la Biblia. Antes
de que surgiera Gilead, resultado de un golpe de estado de los conservadores
extremistas, era una activista y escritora en defensa de la familia y los
valores tradicionales. Cuando se forma Gilead la postergan al rol de esposa. Se
ve obligada a dejar el activismo y la escritura. La serie intenta ser una
moraleja, poniendo al público sobre aviso de lo que podría pasar si los
extremistas tomaran el control. Es una serie para la época de Trump…
La novela sin embargo, es para todas las épocas. Nos
recuerda que no debemos confiarnos, que los derechos adquiridos no son
permanentes--sino que les pregunten a
los trabajadores que han visto sus derechos “adquiridos”(los bonos, las
pensiones, los días de vacaciones, etc.) socavados en los últimos años…Hay
quienes se quejan de los que protestan, pero por esos activistas aguerridos,
desconfiados y valientes es que el mundo ha cambiado, para bien.
Menos mal que el gobernador ha dicho que no va a firmar el
proyecto que pone más trabas al aborto aunque reciba la aprobación de la
legislatura. No por eso nos debemos confiar en que todo pasó. Las luchas por la
igualdad no son nuevas. Siempre parecen moverse un paso adelante y dos pa’tras.
Enlaces importantes:
https://www.noticel.com/ahora/legislatura/nayda-venegas-yo-no-soy-feminista-pero-soy-pro-mujer/790947978
http://www.presenciapr.com/matria-denuncia-agenda-para-prohibir-el-aborto-en-puerto-rico/
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