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Friday, April 19, 2013

Incluyo esta columna de EL Nuevo Día porque me parece que no se habla lo suficiente del tema; digo, de como las mujeres toman las cosas por dadas.  Todo lo que se ha logrado en el campo laboral y en el de las mujeres/relaciones de género, ha sido a base de lucha y lucha.  Es una columna digna de difusión:

19 de abril de 2013

Wilma

de Mari Mari Narváez

Me disculpan pero la “primera dama” parece sacada de un episodio de “Father knows best” o cualquiera de esos programas mitológicos de “esposas perfectas” de los años 50.

“Feminismo es una palabra muy fuerte para mí”, dice en su última entrevista. “En casa, Alejandro siempre me ayudó, aun viniendo de un hogar matriarcal en el que la mamá le hacía todo a sus hijos”.

Wilma: un hogar matriarcal no es aquél donde la mamá les hace todo a sus hijos. Usted no necesita de grandes asesores para saber estas cosas básicas. Entre a Wikipedia. En tres líneas se enterará de que “un matriarcado es una sociedad en la cual las mujeres tienen un rol central de liderazgo político, autoridad moral y control de la propiedad”.

Aclarado esto, tengo que preguntarme qué pasó con esta mujer para que balbucee “más libertades para qué” y piense que la palabra feminismo es “fuerte”. Fuerte, Wilma, es el sexismo. Fuerte es el estimado conservador de que 1 de cada 5 mujeres ha sido víctima de abuso sexual mientras 1 de cada 71 hombres ha sufrido lo mismo. Fuerte es tener que lidiar constantemente con extraños masturbándose en la playa y otros lugares públicos, amenazando tu seguridad. Fuerte es que una mujer no pueda caminar por la calle sin que algún hombre le diga alguna vulgaridad o incluso la toque. Fuerte es tener que vivir pensando cómo te vistes, cómo caminas, dónde, con quién, a qué hora, si habrá luz y seguridad porque, sólo por ser mujer, eres presa de algo. Fuerte es que, por más talento y educación que tenga, siempre tengo que trabajar el doble y, aun así, me pagan menos que a los colegas. Fuerte es que, con el feminicidio epidémico de este país, todavía la esposa del gobernador no sepa hablar de otra cosa que no sean los niños y la casa y, encima, le tema al feminismo, cuya lucha por la igualdad de derechos y condiciones es lo único que puede elevar las vidas de las mujeres.

No sé en qué mundo vive. Más que cualquier epíteto, simplemente habla como si no hubiese salido de su casa en décadas. Lo dijo Gloria Steinem, Wilma: “Las mujeres tienen dos opciones: o son feministas o son masoquistas”.

Monday, April 08, 2013

Algo sobre la reforma de retiro



En el debate en torno al retiro he leído y escuchado a comentaristas y público general, emitir su opinión sobre la reforma, y los retirados.  En un programa de radio, escuché a un ilustrísimo decir que el llevaba 40 años trabajando y aun no estaba listo para el retiro.  Por lo tanto, los demás podían seguir trabajando de igual manera. En la prensa se han publicado varias cartas de trabajadores de la industria privada que no sienten empatía alguna por los empleados públicos y sus quejas por la reforma. 

Tomemos lo arriba expuesto por partes.  Primero que nada, no hay nada malo con que uno llegue a los 60 o hasta 80 y quiera seguir trabajando.  Pero, una cosa es hacerlo porque le gusta lo que hace, o porque le teme al vacío existencial que pueda experimentar cuando ya no se ve obligado a trabajar y otra es sentirse que no hay opción.  Mi padre, con 82 años, nunca ha dejado de trabajar.  Abatido como está con los achaques, algunos propios de la edad y otros agravados por la vejez, todavía se levanta y trajina aquí y allá hasta que el cuerpo ya no aguanta y precisa descansar.  La palabra retiro es inconcebible para él. Sin embargo, ese mismo trabajador aparentemente incansable—se me ocurre que nunca lo he oído decir, “Estoy cansado”—hace tiempo que dejó de trabajar para el inglés, por lo menos unos cuarenta años.  Con esto lo que quiero decir es que no todo el que se retira de un empleo asalariado lo hace para sentarse a ver televisión—que conste que no hay nada malo con eso. Lo que me parece imperdonable es que no haya remedio. Que después de laborar para esta o aquella empresa, no se pueda uno retirar y hacer lo que a uno le dé la gana con su tiempo.

Aquí, en parte, lo que sucede es que nos han lavado el cerebro.  Nos han hecho creer que el trabajo enaltece el espíritu, especialmente si el empleo incluye sacrificarse para que otro se lucre. Yo he tenido la suerte de tener un trabajo al que llego con entusiasmo y ganas. Sin embargo, para muchos es simplemente una manera de ganarse la vida y nada más. NO sienten orgullo por lo que hacen ni lealtad hacia sus patronos, y no los culpo. No se la merecen. Mi hermana estuvo empleada por muchos años en una farmacéutica cuyo nombre no queremos recordar.  Los primeros ocho años, los trabajó con tanto afán y entusiasmo que nunca se ausentaba.  Al cabo del año diez, se dio cuenta que a los mediocres—para que vean que esto no pasa sólo en el gobierno—a los que no sentían el mismo arrojo, les iba mejor que a ella. Por otra parte, la compañía tenía ganancias significativas año tras año y los empleados, nada. En fin, que muy pronto se dio cuenta que ella no le debía lealtad alguna.  Recientemente una joven, empleada de un supermercado local que cerró, nos comentaba que no era justo que los empleados tuvieran que avisarle a la compañía si iban a dejar el empleo con dos semanas de antelación y sin embargo, los dueños del colmado cerraban de la noche a la mañana—como pasó en EL AMAL por ejemplo—y nadie pensaba en lo que eso significaba para ellos.  “Los dueños son ricos, yo no lo soy.”

Así llego a los empleados de las empresas privadas a los que les re-jode que los públicos tenga una pensión.  En vez de reprocharles a los empleados públicos los derechos que han adquirido—muchos a expensas de un salario razonable y aceptando laborar en condiciones deplorables—deberían recordar que we’re all in this together.  Las empresas cuentan con esa falta de solidaridad para continuar explotándonos.  Cuentan con la mezquindad nuestra de todos los días para lucrarse de nuestro trabajo. En fin, que lo que debe preocuparles es que las condiciones de todos los trabajadores sean justas, que todos los trabajadores reciban sueldos decentes que les permita vivir cómodos y sin tener que preocuparse por sobrevivir o mantener a sus familias cuando se enfermen o ya no puedan trabajar.

Y los dejo por ahora con un video de youtube. ¿Qué han hecho las uniones por nosotros? Tal vez, esto les explique el porque algunos empleados públicos pueden optar por un retiro más o menos decente y otros no. También explica como los logros de algunos trabajadores nos benefician a todos.