His silver hairs
Will purchase us a good opinion
And buy men’s voices to commend our deeds:
It shall be said his judgment rul’d our hands;
Our youths and wildness shall no whit appear,
But all be buried in his gravity.
Julius Caesar, Shakespeare
4 de marzo de 2017
Cuando trato de recordar cómo era papi, se me viene a la mente una foto en la que se mece en un columpio con una amplia sonrisa. Es bello. Lleva una camisilla blanca que acentúan sus dientes perfectos y tan blancos. Es joven, entonces. Debe tener 30 años. No sé qué fue de esa foto ya que no está en casa (en la de mami, digo). Seguro que fue a parar a manos de una de mis hermanas o de algún otro familiar de esos que les atraen las fotos que evocan sentimientos de nostalgia y de alegría. Si, porque es una foto en la que a papi se le ve alegre.
Hoy papi no es una sombra del hombre fornido, de brazos torneados y musculosos que fuera alguna vez. Cuando éramos niñas el nos mostraba cuan fuerte era soplando por su dedo pulgar mientras su bíceps iban creciendo. Nos reíamos con deleite. Era maravilloso ese hombre que nos mostraba que era capaz de protegernos porque era tan fuerte.
Papi era además el más inteligente de todos. Era un as en las matemáticas, recitaba las más bellas poesías y leía de todo; nos parecía que nos entendía. Era el que llegaba a casa con libros y cómics. ¿Habría ser más atractivo para unas niñas ansiosas por conocer el mundo de la única forma que podíamos?
Pero papi también tenía su lado oscuro. Era irascible, arrogante y burlón. También era adicto a los juegos clandestinos. Le gustaba pasarse las noches en la calle jugando topos o barajas. Y a pesar de lo bella que era mami, a menudo buscaba calor en otra cama. Consciente de sus defectos, un año, supongo que en un arrebato de culpabilidad por su vida pecaminosa, dejó de comulgar; más tarde dejó de ir a la iglesia. Ese fue un cambio trascendental ya que su presencia en el templo había sido tan importante en nuestras vidas. Ahora le ha dado con ser devoto nuevamente. El cura lo confesó y ha vuelto a comulgar. Es conveniente. No es que no quiera pecar; es que ya no puede.
Ayer se volvió a caer. Tenía no menos de tres vendajes. Dos grandes en el brazo y uno más pequeño en el codo. Y ni hablar de las que ya se han ido curando. Me dio lástima verlo tan encorvado y derrotado. Un GI Joe viejo, abatido y con los ánimos y las extremidades vencidas.
26 de abril 2017.
Lo anterior lo escribí hace un mes atrás. Hoy papi falleció. Cuando llegué a la casa todavía estaba en la misma posición en que había muerto. Mi hermana le había colocado una almohada bajo la cabeza para...no sé... para que no tuviera frío...para que su cabeza no quedara en el piso duro...Me impresionó verlo así. Me arrodillé a besar su cara fría, a acariciar su cabellera blanca. Y a llorar mi muerto.