En los
pueblos que habrán de afectarse por la construcción de la extensión de la
carretera PR22 se han dado unas vistas (anunciadas como talleres¿?) para informar a los
comerciantes y residentes de los cambios propuestos y para alegadamente,
recoger las recomendaciones de los afectados.
Para enterarnos y que no nos cuenten, el colega y yo arrancamos para el
teatro Germán Rosario de Camuy. Allí
ante un concurrido grupo, los ingenieros de DTOP, y AFI nos informaron de los
propuestos cambios (hay tres planes) y nos aseguraron que no había un plan preferido por el
gobierno sino que estaban recopilando información para tomar una decisión
informada sin afectar adversamente ni a los pueblos, ni a los residentes o ni al
ambiente.
En la
sección de comentarios aprovechó el alcalde de Camuy para asegurar que la única
propuesta que acogía su administración era la de expandir la número 2. Punto seguido, otros vecinos del área
trajeron sus temores. Hubo quien dijo
que el comercio de Camuy se había afectado severamente cuando la número dos
dejó de transitar por el pueblo. También
hubo un momento surrealista en el que un maestro de hablar campechano (arrancó muchos aplausos a pesar de su planteamiento) utilizó su turno para
decir, entre otras cosas, no se debía seguir consultando al pueblo. Que ya este proyecto llevaba 43 años y no
arrancaba porque no se acababa con las consultas.
El "elocuente" orador también recordó que Arecibo estaba en crisis no
por que la carretera 22 hubiese contribuido a su obsolescencia sino porque
había sido victima de muchos alcaldes ineptos.
En un
momento dado, el colega me preguntó. “Si fuera a pasar por casa, qué haríamos”
y yo le contesté “Empacamos y nos mudamos”. A lo que el asintió. Pero no todos
se sienten así. Las gentes en su mayoría
sienten un apego por el lugar en el que viven, por ese pedazo de tierra especifico en el que han construído sus vidas y sus hogares. No quieren tener que empezar de nuevo, lejos de lo que
les es familiar.
Pero
volviendo al tema de la extensión de la 22…A mí se me ocurre que no sólo
fue la creación y la ubicación de la 22, y los
alcaldes incompetentes los que contribuyeron a la situación actual de
Arecibo. También contribuyeron los
dueños ausentes que abandonaron los edificios— y de esos hay muchos— los cambios poblacionales, el
arraigo del automóvil y los moles (malls).
Lo mismo está ocurriendo en Camuy. Cuando el colega llegó a Camuy hace exactamente 20 años atrás, el estaba
complacido porque, aunque pequeña, la ciudad romántica contaba con un comercio
atractivo y vital. Hoy, la mayoría de los negocios han cerrado y apenas queda
alguna que otra tienda que atraiga a la comunidad cercana. El Selectos cerró, el Supermercado Coop se fue a la
quiebra y no fue hasta recientemente que
El Hatillo Cash and Carry vino a
llenar las necesidades del área. El
resto del comercio fue tragado por Walmart, y después Sams. Las ferreterías
deben estar sangrando por la llegada de Home Depot y cuídense las farmacias,
pues para la #2 en Camuy viene Walgreens.
A ver cuantas farmacias de la comunidad van a poder competir con la que se mercadea que quiere ser nuestro vecino. (Y planean más de 200 nuevas farmacias en la isla)
En resumen,
hay muchas razones por las que los pueblos pierden pertinencia. Las más de
veces, nosotros, los ciudadanos contribuimos a ella cuando preferimos comprarle
a un depredador como Walmart; a veces son los mismos comerciantes que no son
capaces de reinventarse ante la competencia o no reconocen que en la amarga
lucha por sobrevivir, hay que mimar al cliente para que la diferencia entre un
negocio y el otro no sea sólo una cuestión de números.