Acabo de
ver una película impresionante. Tal vez
la única película del año pasado por lo menos, que ha calado fuerte en mi imaginación
y mis sentimientos. Es una cinta que fue nominada para el Oscar en el 2012 como mejor película: Beasts of the Southern Wild. Se me ocurre que es un filme dedicado a los
sobrevivientes de Katrina. Sin embargo, los sobrevivientes de esta película no son los que acudieron al superdome ni los que huyeron antes de la tormenta.
Estos son “the
wretched of the earth” como
diría Fanon. Los invisibles, los
que no ocupan nuestra imaginación porque no nos caben. La película además de parecer un poema visual,
es reveladora y retadora. Me parece que
logra postular preguntas importantes y romper paradigmas.
Primero que nada tengo que admitir que esperaba que fuera la
historia de otra familia disfuncional, una comunidad desgarrada por la pobreza
y el dolor. Nada que ver. Es cierto que viven una vida muy ajena a la
nuestra. Los habitantes del Bathtub
(bañera) en Louisiana viven en condiciones paupérrimas, inhumanas podría
decirse. La protagonista Hushpuppy (Quvenzhane Wallis) de unos seis
o siete años vive en un trailer lleno de los cachivaches que dejó su mamá. En otra pocilga cercana vive su papá, Wink
(Dwight Henry). Hushpuppy vive rodeada
de gallinas, cerdos, cabros y hasta un perro.
Su papá la ha criado para que sea una sobreviviente fuerte y sin
remilgos. Un día desaparece y la niña se las arregla. Cuando regresa, no le da explicaciones aunque
el público sabe por su indumentaria—una bata de hospital—que algo anda
mal. La niña que ha sido abandonada por
su mamá le reclama pero el se limita a darle algo de comer. Parecería que no la quisiera, pero no es
así. Se aman, se cuidan, se preocupan
uno por el otro.
Hushpuppy es adorable. Es a través de esta pequeña, pero inteligente
y perspicaz narradora que vemos a la comunidad de The Bathtub. “All
the time, everywhere, everything's hearts are beating”, comienza. Y la vemos a menudo, tratando de escuchar el palpitar de los
corazones de animales, plantas, gentes. Ella presiente que el final se acerca,
el final de su mundo. En una
conversación, la maestra les habla a los niños de los “aurochs”, unos animales
ya desaparecidos de los que conocemos por su representación en las cavernas de Lascaux. Les dice la maestra que son predadores
pendientes de encontrarse con los animales débiles para comérselos. Esta información da pie para que la protagonista
se obsesione con la llegada de estas bestias.
Cada vez que oye el rugir del cielo, se imagina que son las bestias que
se acercan.
En esta fantástica y fantasiosa historia, no
hay divisiones raciales, no se resiente la pobreza, los niños y niñas pueden
correr por áreas peligrosas sin miedo, las familias son diversas y los miembros
de la familia principal (Hushpuppy y su papá) no viven bajo el mismo techo. A pesar de que una sigue la vida de Hushpuppy a tientas, temerosa de que le vaya a ocurrir una catástrofe--viendo como vive en condiciones tan frágiles--nada espantoso realmente le sucede.
En fin, que no puedo dar más detalles para no
dañarles el final.
Vean la película y me cuentan.