Recientemente asistí a una actividad
cultural a la que invitaba una colega, a quien respeto y admiro. Según el comunicado de la colega, se invitaba
a la comunidad universitaria a apoyar un proyecto llamado ALAS ya que de alguna
manera esta pretendía contrarrestar la infame F que recientemente le otorgó el
periódico el Nuevo Día a la ciudad de Arecibo.
No conocía del proyecto ALAS y tampoco de la controversia asociada (no
feisbuqueo, por lo tanto no existo como dice otra colega). Pero, me interesa Arecibo y me apena su
continuo deterioro por lo que agarramos el cónyuge contribuyente y yo para
allá.
Al llegar a
la actividad, que se llevó a cabo frente al Fuerte Víctor Rojas y bajo la
protección de la réplica de la estatua de la Libertad que engalana dicha placita,
nos complació ver que había unas 30 o 40 personas allí: algunos residentes, la
mayoría estudiantes de la que convocaba supongo y algunos colegas—muy pocos.
Al cabo de
un rato de tertulia en la que varias personas se pararon frente a un micrófono
para comentar sobre las formas de rescatar a Arecibo, le tocó el turno al artista
Miguel Ángel Méndez, autor de la propuesta artística. En dicha propuesta el susodicho adornó a la Estatua
de la Libertad con unas alas luminosas, muy atractivas y que llaman la atención
no sólo a la estatua sino a su entorno. En
el proyecto se incluyó al obelisco de la plaza de recreo, iluminado con unas
alas parecidas.
El artífice
de ALAS comenzó su participación vestido en harapos. Los “harapos” no eran
obviamente andrajos, sino una T-shirt a la que se le había dado unos
tijeretazos certeros para aparentar antigüedad. También vestía unos cortos de
poco uso y crogs con medias negras. A medida que hablaba Méndez varias personas
tomaron turnos para re-vestirlo (cambiando los trapos por un traje, corbata y
cepillado para que estuviera presentable).
El performance no pasó desapercibido, como muy bien pretendía el autor.
Y si esto hubiera sido todo, no habría tenido ninguna objeción. Pocas veces podemos disfrutar de performances
artísticos que son tan comunes en otras partes de Puerto Rico y el mundo.
Sin
embargo, el artista le dio con no sólo explicar su performance sino con leer un
discurso para diz que explicar el proyecto.
Me resultó bastante desafortunado el tono de su alocución. Digamos que comenzó por atacar la ignorancia
de los que habían cuestionado la aparición de las alas sobre los dos
monumentos. El tono de su discurso en vez de ser conciliador (como
supuestamente pretende la propuesta), arremetía contra los opositores de las
ALAS. Preguntaba, entre otras cosas porqué nadie se había quejado cuando se
adornó al obelisco de la plaza con adornos navideños, o se le había impuesto
los mosquitos a los arecibeños. (Una falacia ya que bastante que se criticó al
de la idea de los mosquitos—que conste que a mí me fascinan. Una pena que la maleza que las rodea no
permita que se vean en todo su esplendor). Luego se lamentó de que las escuelas
(o los maestros) no enseñan la historia de Arecibo, por lo que comentaba
“estamos perdiendo nuestra cultura.”
Prosiguió entonces Méndez en su
malogrado discurso con las trilladas quejas de que “tenemos que dejar a un lado
los bandos” y “basta de politiquería.” Había
un dejo político partidista y algo de ego herido que incomodaba. Pero, lo peor me parece, es que el artista
alegaba que todo se puede lograr si se utilizan los canales apropiados. Que las ALAS estaban allí con el permiso y la
sanción del Municipio de Arecibo y del Instituto de Cultura. A pesar de que decía que la palabra MIA que
aparece junto a las alas tiene la intención de darnos un sentido de pertenencia, por su boca
se disparaba un mensaje contradictorio. El arte según Méndez es rehén del
municipio y del instituto de cultura y sólo el arte sancionado por éstos es
bienvenido. Por otra parte, también
reclamaba que se les diera participación a los artistas arecibeños “que son
tan buenos como los de San Juan o los extranjeros..” Tal vez sirvan aquí las palabras de Walt Whitman cuando lo confrontaban con una contradicción: "Yes, I contradict myself. I contain multitudes"
Vamos, que toda su perorata sólo
sirvió para frustrarme todavía más sobre el futuro de Arecibo. Si Arecibo fuese
realmente mío, o tuyo como alegaba el autor de ALAS, tal vez pudiéramos
salvarlo pues los arecibeños se identificarían con el casco urbano, pero muchos
arecibeños nunca visitan el pueblo. Sería interesante preguntarles a los
jóvenes arecibeños que se criaron en los campos y suburbios (Jardines, Villa
Serena, El Paraíso, etc) ¿cuándo fue la última vez que visitaron la plaza de
recreo? Estos jóvenes puede que todavía se identifiquen con los capitanes o los
lobos pero ¿el fuerte, la plaza, la de diego? ¿Con qué se come eso? Como bien decía un joven arquitecto que opinó
sobre la situación, talvez tenemos que repensar la idea de Arecibo, de la
ciudad como la recordamos los más viejos y tal vez ahí en ese ejercicio de
re-imaginar la ciudad, esté el secreto de la salvación de Arecibo.
Aunque me gustan las alas y
pueden en efecto llamar la atención de los residentes y despertar interés por
las estatuas de la ciudad, rescatar a la Villa del Capitán Correa ahora que
pronto (en el 2015) cumplirá 500 años, no es tarea fácil y como bien dice la
Dra. María M. Flores: “Independientemente, que las
referidas alas gusten o no, lo cierto es que su efímera
presencia debe tomarse como punto de partida para la creación de interacciones
socioculturales de largo alcance. Interacciones mediante las que líderes
comunitarios, artistas, gestores culturales, estudiantes y profesores
universitarios, maestros y estudiantes escolares, profesionales de toda índole,
empresarios, funcionarios públicos, entre otros tantos talentosos ciudadanos,
nos comuniquemos en función de proponer, planificar, coordinar y efectuar
acciones en pro de la reconstrucción, en todas sus dimensiones, de esta hermosa
ciudad.”
Hoy (23 de abril de 2012) se anuncia
en El Nuevo Día la re-inauguración de la Casa Ulanga para el viernes 27
de abril. En dicho anuncio, aparece
supongo que el artista vestido de ángel o gladiador con alas. La actividad que aparenta incluir una
exposición artística se titula Mi ángel,
Miguel Ángel… Nada más con el
testigo.